Prohibido leer a Lewis Carroll, de Diego Arboleda, y con ilustraciones de Raúl Sagospe, es un relato bien construido y bien contado, ingenioso y divertido, en el que te preguntas continuamente qué ocurrirá luego. En 1923, Eugéne Chignon, viaja desde Francia a Nueva York para cuidar de una niña, Alice, obsesionada con las obras de Lewis Carroll. Además, sus padres piden a Eugéne que la niña no sepa que Alice Liddell, la auténtica Alicia que inspiró a Lewis Carroll, visitará la ciudad esos días.
La historia es, lógicamente, muy deudora de Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo, con la doble consecuencia de que los lectores que no las conozcan puedan desanimarse, pues se les escaparán muchas referencias, mientras que los que sí las conozcan se verán animados a leerlas e incluso reforzará su entusiasmo por ellas. Esto también quiere decir que serán, normalmente, los lectores ya mayores los que captarán mejor muchos guiños y bromas. Con todo, el relato se sigue bien pues, aunque la narración y sus personajes sean extravagantes, como corresponde al género, todo se desarrolla con normalidad, con digresiones simpáticas y explicaciones amables, que se dan en un lenguaje común, con eficaces golpes de humor en las situaciones y en el lenguaje. Un ejemplito es el de un personaje llamado Timothy Stilt, que creó una empresa llamada Importaciones Importantes, pero como importó mucho «sin importarle qué productos importaba», es decir, «no le importaba lo que importaba, Importaciones Importantes se arruinó».
Diego Arboleda. Prohibido leer a Lewis Carroll (2013). Madrid: Anaya, 2013; 205 pp.; ilust. de Raúl Sagospe; ISBN: 978-84-678-4012-4. [Vista del libro en amazon.es]