Buenos Aires: AZ editora, 1994; 16 pp.; col. Serie del boleto; ilust. de Gustavo ROLDÁN; ISBN: 84-8239-055-4.
«No es cierto que los perros no vuelen. Lo que pasa es que les gusta volar bajito», se nos dice al principio. Y se nos cuenta que don Fito, con una enorme paciencia, fue adiestrando a Venancio primero a saltar, cada vez más alto, hasta que supo volar. Entonces lo mandó volando a la carnicería y, al principio, a todo el mundo le gustó ver volar a Venancio por el barrio. Pero pronto empezaron las quejas porque Venancio volaba «como un almohadón desesperado»: era gordo, volaba rápido, le gustaba volar bajito y eso provocaba muchos accidentes.
4 septiembre, 2012