Málaga: Sirio, 1988; 70 pp.; ilust. de Joaquín Gallego Martín; trad. de Elena Sabas Friné; ISBN: 84-7808-055-4.
Hay una edición en la red del primer relato en el Proyecto Gutenberg. Del segundo se menciona una más abajo.
Un reino donde hay una práctica especial para impartir justicia: el acusado ha de acudir a una plaza con forma de anfiteatro donde ha de abrir una de dos puertas, en una está un tigre que lo devorará, en la otra está esperándole una hermosa joven para casarse con él y a la que se ha escogido con cuidado entre todas las mujeres del reino. Pero un día debe someterse a esa prueba un joven de quien está enamorado la princesa del reino.
En El disipador de las dudas un príncipe que acude al reino anterior pide casarse con una de las damas de la corte y el rey, contrariado, se lo concede pero impone que la boda se realice de inmediato y a ciegas. El príncipe debe dejarse llevar porque, a su lado, un hombre con una cimitarra que se llama a sí mismo El Disipador de las Dudas, no le deja opción. Al terminar la ceremonia es conducido junto a una fila de cuarenta damas y debe acertar con qué mujer se ha casado sólo con pasar por delante…