FELIX, Monique

FELIX, MoniqueAutores
 

Ilustradora suiza. 1950-. Nació en Morges. Estudió Artes Gráficas en Lausana. Ha trabajado en publicidad, diseño de moda y animación antes de ilustrar libros infantiles, actividad que comenzó en 1980 en los estudios de Etienne DELESSERT.


LOS LIBROS DEL RATÓN
Son tres: El viento (The Wind, 1991), La casa (The House, 1991) y Los colores (The Colours, 1991). Barcelona: Lumen, 1991; 22 pp.; ISBN: 84-264-3657-9, 84-264-3653-6, 84-264-3655-2. A la derecha, cubierta de uno de los libros, de una edición en inglés.

Álbumes sin texto. El ratón protagonista atraviesa el papel en el que está dibujado y, en El viento, construye una hélice de papel en la que se cuelga; en La casa, se construye una casa de papel; en Los colores, aprovecha que un chico se ha marchado y entra en su caja de colores, derrama un poco de pintura de cada color y hace unas pruebas, para esconderse de nuevo cuando el chico llega.


Las clases de tuba
Texto de T. C. Bartlett. Pontevedra: Kalandraka, 2003; 32 pp.; col. Libros para soñar; trad. de Eva Mejuto; ISBN: 84-8464-178-3.

Un chico es enviado a clase de tuba con la indicación de que no se detenga en el bosque. Pero en su recorrido sube a un árbol y echa una siestecita, ocasión que aprovecha una ardilla para soplar y arrancar una nota de la tuba. Entonces, el chico sigue su camino tocando la tuba mientras le siguen varios animales. Al irrumpir un oso el chico pierde el ritmo, pero lo recupera cuando también el oso se une al desfile. Al llegar por fin a clase con todos los animales detrás, el profesor le dice que, por retrasarse, deberá tener una hora más de clase.



LOS LIBROS DEL RATÓN son unos relatos muy bien compuestos que, además, son excelentes ejemplos de cómo se pueden mezclar acuarelas clásicas, como de dibujante naturalista, con la inclinación postmoderna a que los mismos dibujos actúen con el álbum: los argumentos están en la manipulación de los propios medios que usa el ilustrador.

Las clases de tuba es también un gran álbum, con texto sólo en la primera y última página, bien planificado e ilustrado, gracioso y sugerente tanto para chicos como para mayores. Está conseguida la continuidad gráfica de las ilustraciones: a lo largo de todas ellas corre un pentagrama que hace las veces de camino, del que sale también el árbol, en el que se acomodan los animales como notas musicales… Resulta todo un logro contar la historia manteniendo las escenas siempre a la misma distancia del observador. Esto, tan propio de los paisajes chinos y japoneses sin centro, encaja bien con el modo de observar de un niño, a quien siempre le desconciertan los cambios de perspectivas y que, cuando dibuja, suele presentar las cosas siempre con el mismo tamaño. Es brillante también el recurso de usar las notas como elementos en la composición de las páginas ya desde las guardas, quizá un eco de aquella idea de Kandinsky de buscar una pintura que rivalizase con la música en expresividad. La historia tiene también un buen ritmo que va «in «crescendo» hasta que la gozosa barahúnda final se rompe con un golpe humorístico.

Otro libro ilustrado por la autora: El conejo de peluche, Margery Williams BIANCO.


7 febrero, 2006
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