Algunas observaciones de Chesterton acerca de los temas habituales de la poesía y de las dificultades de algunos para entender a los poetas: —«La poesía trata de cosas primarias y convencionales: el hambre de pan, el amor a la mujer, el amor a los niños, el deseo de una vida inmortal. Si los hombres tuviesen de veras sentimientos nuevos la poesía no podría tratarlos. (...) La poesía sólo puede expresar lo que es original en un sentido: el sentido en que hablamos del pecado original. Es original no en el despreciable sentido de ser nuevo sino en el sentido más hondo de ser viejo: es original en el sentido de que trata de orígenes». (Robert Browning) —«La ciencia presume de la distancia a la que están las estrellas; de la tremenda lejanía de las cosas de las cuales... Leer más
Chesterton: «Detrás de nuestras vidas hay un abismo de luz, más cegador e insondable que cualquier abismo de oscuridad: es el abismo de la actualidad, de la existencia, del hecho de que las cosas son verdaderas y de que nosotros somos increíblemente, y a veces incrédulamente, reales. Es el hecho fundamental del ser contra el no ser: es inimaginable, pero no podemos dejar de imaginárnoslo, aunque algunas veces no lo imaginemos ni, muy especialmente, lo agradezcamos. Quien haya comprendido esta realidad sabrá que prepondera hasta el infinito sobre toda recusación de la negación, y que, debajo de todo cuanto pudiera negarse, existe una subconsciente realidad de gratitud. Esa luz de lo positivo es la que atañe a los poetas, porque bajo esa luz ven todas las cosas más que los demás... Leer más
Cuando un clérigo anglicano usó la palabra «magia» para referirse a las creencias religiosas ajenas, Chesterton le respondió indicándole que «hablar de los misterios más altos o milagros como formas de magia, o como procedentes de la magia, es contar al revés toda la historia. Es como decir que la Misa Negra evolucionó hacia la Misa». Apuntaba luego en ese texto que la distinción estaba clara mucho antes de que la Cristiandad la clarificara del todo: hay siempre un sentido de la magia que significa un enemigo que nos esclaviza, como vemos en que la palabra «encantamiento» encierra la idea de cautividad. Mientras la magia buena, igual que un milagro que devuelve la pierna al cojo, restaura la normalidad, la magia mala disfraza y transforma y... Leer más
Chesterton: «Deberíamos darnos cuenta de una curiosa diferencia que el instinto de las leyendas populares ha conservado en casi todos los casos. Los trabajos maravillosos hechos por la gente buena, santos y amigos de los hombres, son casi siempre representados en la forma de restaurar las cosas o las personas a sus formas propias. San Nicolás, el santo patrón de los niños, encuentra una olla hirviendo en la que dos niños han sido reducidos a una especie de guiso irlandés. Él los devuelve milagrosamente a la vida, porque deberían ser niños y no estofado irlandés. Pero no los convierte en ángeles, y no puedo recordar ningún caso en toda la hagiografía de una promoción semejante. Si una mujer era ciega, los hacedores de maravillas le devolvían sus ojos; si un hombre... Leer más
Otra cita más de Chesterton acerca del nonsense como una literatura más apreciada por los adultos que por los niños: «Hemos de evitar, por encima de todo, confundir esos aspectos de la infancia que son gratos para los niños con esos otros aspectos que son gratos para nosotros». (...) «La gran literatura del Sinsentido posee un enorme valor, pero sería cuando menos razonable señalar que este valor es efectivo principalmente para los adultos». (...) «Fuimos nosotros, las personas adultas, con nuestro gusto por todo lo transgresor, quienes inventamos el Sinsentido. Nos dejamos enredar (...) en él, como en otras cosas (...), por nuestra eterna impaciencia ante la monotonía del mundo. El niño, sin embargo, se halla en una posición más ventajosa. Para él el mundo no es... Leer más
En The Victorian Age of Literature, y en más sitios, Chesterton señaló que una de las grandes aportaciones literarias de la época victoriana fue el nacimiento de la literatura del nonsense. Dedicó no pocos artículos a esa cuestión: en la nota El mejor autor de obras de nonsense se decía por qué sentía preferencia por Edward Lear frente a Lewis Carroll; en la de Alicia, maestra de escuela indicaba lo ridículo de convertir en lectura escolar los libros de Carroll; en la titulada La fe y el absurdo apuntaba cómo el nonsense nos familiariza con la idea de que todo en la realidad tiene un lado oculto. Y en el texto que sigue figura por qué, igual que su amigo Belloc, conectaba tan bien con ese tipo de poemas y de relatos: «Toda gran literatura ha sido siempre alegórica, y... Leer más
La prohibición bíblica de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal que Dios impone a Adán y Eva en el Paraíso, una especie de señal por la que los hombres deben reconocer libremente y respetar con confianza las leyes morales que Dios señala, se parece mucho a (o está en la base de, o es la misma que) la idea que recorre una buena parte de los cuentos de hadas. Así lo decía Chesterton: la importancia de los cuentos de hadas para la formación moral se apoya en «la idea de que la paz y la felicidad sólo pueden existir bajo una condición. Esta idea, que es el núcleo de la ética, es el núcleo de los cuentos infantiles. Toda la felicidad del país de las hadas pende de un hilo». (...) «Toda la ética debería enseñarse al son de esta cantinela de los cuentos de... Leer más
En el artículo titulado La sabiduría de los cuentos populares cito la idea, que Chesterton desarrolla en «El ángel rojo» (Enormes minucias), de que los cuentos de hadas no son responsables de producir en el niño ninguna de las formas del miedo sino que, al contrario, lo que sí proporcionan los buenos cuentos a los niños son las primeras semillas de una verdadera esperanza. En otra ocasión, para explicar por qué son tan saludables los cuentos de hadas, los comparaba con algunas novelas realistas modernas: «El problema del cuento de hadas es éste: ¿qué hará un hombre sano en un mundo fantástico? El problema de la novela moderna es: ¿qué hará un hombre loco en un mundo tardo e insípido? En los cuentos de hadas el cosmos enloquece pero el héroe no enloquece. En las... Leer más
Para explicar más extensamente por qué había escrito que «una obra de arte nunca es demasiado corta y una historia nunca es demasiado larga», decía Chesterton que, como crítico, no disfrutaba de las novelas igual que cuando era un niño, sino que apreciaba en ellas otras cosas. Cuando era un niño no le gustaba la precipitación sino que gozaba con el retraso, pues los niños lamentan comer el pastel y les gustaría tenerlo siempre. Cuando era un lector primerizo sus novelistas favoritos eran, y siguieron siendo, los grandes novelistas del XIX que dan más impresión de vida y variedad, como Scott, Dickens o Thackeray. Más adelante desarrolló una simpatía tan intensa, o incluso más intensa, hacia otros escritores posteriores que tenían la gran habilidad de acertar con la... Leer más
En Lujo y necesidad puse una cita de Chesterton donde decía que la literatura es un lujo y la ficción una necesidad, y que una obra de arte nunca es demasiado corta y una historia nunca es demasiado larga. Años más tarde le pidieron que desarrollara esas dos ideas y dedicó un artículo a esa cuestión. En él decía que la literatura es un lujo porque forma parte de lo que popularmente se ha dado en llamar «tener lo mejor de cada cosa», o de la cultura entendida como «conocer lo mejor que ha sido dicho y pensado», según una clásica definición de Matthew Arnold. Sin duda, seguía, la literatura es verdaderamente uno de esos lujos nobles que un estado bien gobernado procuraría extender a todos los ciudadanos e incluso lo vería como una necesidad en ese sentido más noble.... Leer más
En Helados en invierno puse una cita de Chesterton donde dice que no es verdad que a la mayoría de la gente le guste la mala literatura. A ella se podría sumar otra: «no es verdad que la gente (...) acepte las novelas detectives porque son mala literatura (...). Una buena historia de detectives será probablemente mucho más popular que una mala». («Defensa de las novelas de detectives», The Defendant, Correr tras el propio sombrero) En De la mala literatura puse otro texto acerca de lo que nos dicen los éxitos masivos de la sociedad en la que vivimos. A ella se puede añadir esta: «Las personas cultas buscan lo bello en tanto que las incultas buscan lo interesante (...) El interés se da a menudo al margen de la belleza. (...) Esta creación divina en medio de la cual vivimos... Leer más
Chesterton afirmaba que «una imaginación verdaderamente sencilla disfruta tanto de una escena sencilla como de una escena esplendorosa. El instinto popular, que puede encontrarse en todo el folclore, sabe distinguir muy bien si la una o la otra son apropiadas» («Falsa teoría del teatro», Fancies versus fads). Del mismo modo, «en nada es el niño tan verdaderamente infantil, en nada muestra más cuidadosamente el tipo más sano de sencillez, que en el hecho de que ve todas las cosas, aún las cosas complicadas, con un placer sencillo. El tipo falso de ingenuidad se excita siempre con la distinción entre lo natural y lo artificial. La clase elevada de ingenuidad desconoce esa distinción. Para el niño el árbol y el farol son, a la vez, realidades naturales y artificiales, y, más... Leer más
En la nota Convertir a los borrachos en catadores aparecía la idea de la dificultad de una educación estética en un mundo como el nuestro. Chesterton ponía eso en relación con la importancia de los juegos infantiles y apuntaba cómo él, cuando era niño, podía disfrutar del «fuego rojo» de la hoguera que se fabricaba él mismo cuando jugaba con su teatro de marionetas: al niño de antes, decía, «el teatro de juguete le mostraba pequeñas figuras de cosas grandes», mientras que al niño de hoy «los carteles de la ciudad le muestran grandes figuras de cosas pequeñas», uno de los ejemplos que se pueden poner de que nuestro mundo está lleno de proclamaciones que tienen énfasis pero no significado. («Matando los nervios», El Pozo y los charcos) Se puede unir, también,... Leer más
Chesterton señaló qué difícil es, a veces, decir lo justo en la crítica de arte porque, como vivimos bajo el imperio del estilo periodístico, tendemos a usar frases falsas o sin sentido, y términos inexactos, que conservamos por hábito y usamos por pereza: uno de los motivos por los que «el hombre ha comenzado a pensar mal casi antes de haber siquiera comenzado a pensar» (George Bernard Shaw). En ese sentido decía que había que desconfiar de quienes actúan como si fueran grandes autoridades en la materia cuyas opiniones no se pueden cuestionar, pero, al mismo tiempo, no saben trasladar la belleza de lo que ven al lenguaje y se limitan a decir que es algo intraducible, impronunciable, indefinible, indescriptible, impalpable, inefable, y cosas así («The Mystagogue», A... Leer más
En su continua defensa del modo limpio de ver las cosas propio de los niños, decía Chesterton que «las frases comunes usadas con respecto a las fantasías infantiles frecuentemente me han dado la impresión de no dar en el blanco, y de ser, de manera sutil, completamente desorientadoras. Por ejemplo, existe la frase popular "hacer creer". Parece implicar que a la mente se le hace creer algo, o que al principio sucede algo y después se le obliga a creerlo, o a creer algo respecto de eso. No me parece que exista la menor sombra de falsedad en la claridad cristalina y la rectitud de la visión infantil de un palacio de hadas, o de un policía del país de las hadas. En un sentido, el niño cree mucho más que eso y, en otro sentido, mucho menos. No creo que el niño se deje engañar; o... Leer más
Es interesante observar, decía Chesterton, cómo «el avance de la crítica de arte es un continuo retroceso; parecería que, de un modo extraño, está destinado a marchar perpetuamente hacia atrás, hacia períodos más y más antiguos. A comienzos del siglo XIX, los críticos habían aceptado, finalmente, la normalidad de los antiguos griegos. A fines del siglo XIX, los críticos ya estaban inaugurando la novedad de los antiguos egipcios. Para esta época, ya todos debemos estar familiarizados con distintas expresiones de admiración por el arte del hombre cavernícola, garrapateado en la roca con rojo y ocre, con un espíritu inconfundible y hasta distinción de dibujante; es el culto a lo prehistórico el que ha dado nuevo significado al culto de los primitivos. Pronto parecerá... Leer más
Contemplando libros medievales y sus miniaturas ornamentales, reflexionaba Chesterton acerca de cómo el arte medieval posee «cierta cualidad que es propia de los sentimientos humanos a la vez más sencillos y profundos. Platón sostenía, al igual que todos los niños, lo siguiente: lo más importante de un barco, por ejemplo, es ser un barco. Del mismo modo, todas esas obras fueron concebidas para expresar las cosas en su esencia. Si aquellos viejos artistas dibujaban un barco, todo lo sacrificaban en aras de representar la “barquedad” del barco. (…) Su mano se equivocaba a veces en la apariencia de las cosas; pero su inteligencia jamás se engañaba en cuando a lo que las cosas son. Sus obras son infantiles en el sentido más estricto y elogioso de la palabra. Y son... Leer más
En la nota Libertad y límites puse ya una cita de Chesterton acerca de su comprensión del Arte como Subcreación, esa idea que luego Tolkien desarrollaría tan bien en su conferencia «Sobre los cuentos de hadas». En otra ocasión lo dijo así: «Dios es quien puede hacer algo de la nada. El hombre (...) puede hacer algo de cualquier cosa. En otros términos, mientras que el gozo divino debe consistir en la creación sin límites, el gozo propio del hombre consiste en la creación limitada, en la combinación de la creación con los límites. El placer del hombre está en poseer medios, pero también en ser un poco poseído por ellos; en sentirse a medias controlado por la flauta que toca o por la tierra que cava» (Lo que está mal en el mundo). Más aún, una prueba excelente de la... Leer más
Ya incluí, en el pasado, algunas citas de Chesterton relativas a la Navidad: Extremos que se tocan, El humo de la explosión, y Una fiesta familiar. Otra más, relacionada con la singularidad del nacimiento de Jesucristo, es esta: «Ninguna leyenda pagana, anécdota filosófica o hecho histórico, nos afecta con la fuerza peculiar y conmovedora que se produce en nosotros ante la palabra Belén. Ningún otro nacimiento de un dios o infancia de un sabio es para nosotros Navidad o algo parecido a la Navidad; es demasiado frío o demasiado frívolo, o demasiado formal y clásico, o demasiado simple y salvaje, o demasiado oculto y complicado». Con la Navidad sentimos como «algo que nos sorprende desde atrás, de la parte oculta e íntima de nuestro ser», como si encontráramos algo en... Leer más
Uno de los rasgos humanos más característicos de Chesterton siempre fue el del asombro agradecido ante la vida. Ya mencioné un texto de 1904 —Ojos nuevos, oídos nuevos— donde hablaba de que que «las divisiones del tiempo han sido dispuestas de manera que podamos sufrir un sobresalto o sorpresa cada vez que algo se reanuda». En uno de sus primeros libros comparaba el hecho de nacer en una familia con una gran aventura —como figura en la nota Vivimos en un cuento de hadas—. En otro dejó escrito que «la ingratitud es seguramente el mayor de los pecados intelectuales del hombre. Considera naturales sus beneficios políticos como juzga naturales los ciclos y las estaciones» (Robert Browning). En otro artículo señalaba cómo «el principal efecto de toda privación es... Leer más
En opinión de Chesterton, la doctrina bíblica de la Caída original es una forma de interpretar la vida que no sólo es iluminadora sino que también es la única verdaderamente alentadora. Por un lado, dice, «mantiene, frente a las auténticas filosofías alternativas, como la de los budistas, los pesimistas y los prometeicos, que tenemos un mundo bueno que hemos infrautilizado, y que no nos hemos entrampado simplemente en uno malo». Por otro, esa doctrina indica que el mal procede del uso equivocado de la voluntad y que finalmente puede ser enmendado si usamos la voluntad correctamente. Pero, además, «un hombre que interpreta la vida de esta forma encontrará la luz en miles de cosas sobre las que las éticas de carácter evolucionista no tienen nada que decir». Por ejemplo,... Leer más
Decía Chesterton que una de las afirmaciones modernas más asombrosamente tontas es la de «que “la religión nunca puede depender de diminutas disputas acerca de la doctrina”. Es como decir que la vida no puede depender de mínimas disputas acerca de la medicina». Lo cierto es que «nadie escribirá una historia de la civilización europea que tenga sentido hasta que no haga justicia a los concilios, esas vastas y sutiles colaboraciones para cribar mil pensamientos y encontrar así el verdadero pensamiento de la Iglesia. Los grandes concilios son más prácticos y más importantes que los grandes tratados internacionales que generalmente se consideran los momentos de giro de la historia». Esto se ve si pensamos en que, «en casi todos los casos, la paz internacional está basada... Leer más
Los comentarios que, hace pocas semanas, han llenado la prensa para explicar los orígenes de Halloween —aquí se mencionan dos interesantes artículos al respecto— dan actualidad a este párrafo de Chesterton en relación a cierto tipo de conjeturas sobre los orígenes y las justificaciones de algunas costumbres nacidas y desarrolladas en una cultura cristiana. Se lamentaba Chesterton de que H. G. Wells cayera en una «trampa particular de la sinrazón» cuando decía «que el sacramento cristiano de pan y vino fue un modo de suavizar los primitivos sacrificios de sangre». O de que hubiera quienes decían «que el sentimiento que inspira una Madonna solamente es el renacimiento del culto a Isis, o que la idea de san Miguel aplastando a Satán es la misma que la de Mitras cuando... Leer más
Decía Chesterton que «se puede tener una educación que enseñe el ateísmo porque el ateísmo es verdadero y puede ser, desde su punto de vista, una educación completa. Pero no se puede tener una educación que proclame que enseña toda la verdad y después se niegue a discutir si el ateísmo es una verdad. (...) Cuando se suponía que la enseñanza consistía en deletrear, contar y hacer garabatos y ganchos, podría haber cierto motivo para decir que podía impartirla tanto un baptista como un budista. Pero cuál es el sentido de tener una educación que incluye lecciones de "ciudadanía", por ejemplo, y pretende no incluir nada que se parezca a una teoría moral, e ignora a todos los que sostienen que una teoría moral depende de una teología moral. Nuestros maestros de escuela... Leer más
Hablando de sí mismo, Chesterton decía que el paso de la infancia a la adolescencia, y la misteriosa transformación que se produce en «ese monstruo que es el estudiante», podía resumirse en el hecho de que las mayúsculas griegas las conoció como diversión cuando todavía era un niño, mientras que las minúsculas corrientes griegas le parecían tan desagradables como una nube de mosquitos porque las tuvo que aprender en la escuela, «durante el período vulgarmente llamado de educación; esto es, el periodo durante el cual me instruía alguien que no conocía, acerca de algo que no quería saber». «Digo esto sólo para demostrar que era un personaje mucho más sabio y amplio de ideas a la edad de seis años que a la edad de dieciséis. El cielo no permita que base sobre esta... Leer más
Chesterton escribió con frecuencia en relación a los temores de quienes pensaban que los niños confunden ficción y realidad y concluían de ahí que así se les desdibujaban las fronteras entre lo bueno y lo malo. En mi recuerdo, decía, la niñez fue una etapa de distinta calidad que el resto de la existencia, una etapa inmerecidamente grata y jubilosa, cuyo «atributo más general era la nitidez. He aquí en lo que difiero, por ejemplo, de Stevenson, a quien admiro tan calurosamente, pero que habla del niño como si éste fuese con la cabeza en las nubes. Habla del niño como si normalmente estuviera sumido en un sueño, en el que le es imposible distinguir lo que son hechos de lo que es fantasía. Ahora bien, los niños y los adultos son, ambos, quiméricos, muchas veces; pero... Leer más
Chesterton llamaba locos pedantes a quienes presentaban el proceso educativo, «no como emanando desde fuera, desde el maestro, sino totalmente desde dentro, desde el chico. Educación, dicen, es el equivalente latino de sacar afuera o extraer las facultades adormecidas de cada persona. En ningún lugar, allá en el fondo oscuro del alma infantil, existe un anhelo primordial por aprender los acentos griegos o por usar cuellos limpios de forma que el maestro de escuela sólo se limita a liberar tierna y gentilmente esos instintos aprisionados. Sellados en el recién nacido están los secretos intrínsecos de cómo comer espárragos y de cuál fue la fecha del incendio de Bannock. El educador sólo se limita a aflorar el disimulado amor del niño por las divisiones de muchas cifras; sólo... Leer más
Chesterton señalaba, frente a todas las proclamaciones sobre la necesidad de educar bien los niños, que la verdadera necesidad es la de educar bien a los adultos: la nota titulada Salvar a los niños apunta en esa dirección. Otro texto sobre lo mismo es este: «la falacia de moda consiste en afirmar que, por medio de la educación, podemos dar a la gente algo que nosotros no tenemos» (Lo que está mal en el mundo). En realidad, lo primero que es necesario aclarar es de qué hablamos cuando hablamos de educación: a mí me parecen claras las observaciones de Robert Spaemann recogidas en La educación, un efecto secundario. Chesterton lo dice así: «El punto principal acerca de la educación es que no existe tal cosa. No existe como existen la teología o el arte militar (o como... Leer más
Con más motivo que cuando lo escribió Chesterton, hoy podemos decir que «las últimas décadas se han caracterizado por el cultivo intensivo de la novela futurista. Parecería que nos hubiéramos resuelto a no querer comprender el pasado y que nos inclináramos a enunciar lo que es aparentemente más fácil: aquello que habrá de ocurrir». «Este culto del futuro no solamente constituye una debilidad, sino también una cobardía de la época», pues así rehuimos la competencia que nos hacen nuestros antepasados y nos conformamos con un muro en blanco donde cada uno puede escribir su propio nombre todo lo grande que quiera. «Y el resultado de esta moderna actitud es realmente el siguiente: los hombres inventan nuevos ideales porque no se atreven a poner en práctica los viejos... Leer más
El concepto restrictivo de Cultura de Matthew Arnold, el de conocer lo mejor que se ha dicho y pensado, decía Chesterton que vale para la literatura pero no en general (Maestro de ceremonias). Lo entendemos mejor si pensamos en que «cultura» es la mitad de palabras como «agricultura» u «horticultura»: de ahí podemos concluir que cultura es el crecimiento sano de las ideas a partir de sus semillas originales y es la exploración de antiguas raíces profundas y vivas («Journalism and Culture», vol. XXIX, Collected Works, llustrated London News, 9 de noviembre de 1912). Y por eso «la verdadera tarea de la cultura no es hoy una tarea de expansión sino, muy señaladamente, de selección y de exclusión» (Lo que está mal en el mundo). Para empezar, eso quiere decir que Cultura... Leer más
Decía Chesterton que «hay tres maneras distintas de escribir historia. La antigua, que solíamos encontrar en los libros de nuestra infancia, era pintoresca y en extremo falsa. La última, más ilustrativa, adoptada por las autoridades académicas, es la de pensar que se puede seguir siendo falso, siempre que se evite ser pintoresco. (...) La tercera forma es utilizar lo pintoresco (lo que constituye el instinto natural del hombre desde que el mundo es mundo) pero haciéndolo de tal forma que parezca un símbolo de la verdad en lugar de un símbolo de la mentira. Relata al lector el verdadero significado del incidente pintoresco en lugar de dejarlo en suspenso o de darle un matiz decepcionante: es pintar un cuadro verdadero en lugar de uno falso, pero sin evitar que el cuadro sea... Leer más
«He llegado a pensar, decía Chesterton, que si la gente sólo aprendiera Historia, llegaría a aprender todo lo demás»: geografía y Napoleón, álgebra y las Cruzadas, griego y la historia de Grecia, etc. «La historia es simplemente humanidad. Y la historia es capaz de humanizar todos los estudios, incluso el de antropología». Pero en nuestra época, seguía, «no hay historia; sólo historiadores», y «todos los historiadores modernos se dividen en dos categorías: los que narran sólo la mitad de la verdad, como Macaulay o Froude, y los que no narran verdad alguna, como Hallam y todos los imparciales. Los historiadores airados ven sólo una de las caras del problema. Los historiadores serenos no ven nada, ni siquiera el problema». Por tanto, tal vez, la actitud correcta... Leer más
Chesterton tuvo una especial querencia por la Edad Media, a la que veía como una época llena de posibilidades que, sin embargo, se truncaron. Pero, aunque sus comentarios subrayaron mucho lo positivo de aquella época, también porque fueron hechos para replicar otros comentarios precipitados o ignorantes, estaban llenos de matices: «La sociedad medieval no era el lugar correcto, era sólo la dirección correcta. Era sólo el camino correcto, o quizás sólo el principio del camino correcto. La Edad Media estaba muy lejos de ser la Edad donde todo estaba bien. Sería más correcto decir que era la Edad en la que todo fue mal. Fue el momento en el que las cosas podían haberse desarrollado bien pero lo hicieron mal». (The New Jerusalem) Por un lado, están los comentarios... Leer más
Decía Chesterton que, al hablar del pasado más remoto, deberíamos recordar que, «estrictamente hablando, no sabemos nada de los hombres prehistóricos por la sencilla razón de que eran prehistóricos. La historia del hombre prehistórico es una evidente contradicción en los términos. Es ese tipo de sinrazón al que sólo los racionalistas pueden acogerse. Si a mil sacerdotes en su predicación se les ocurriera comentar que el Diluvio fue antediluviano, probablemente se suscitarían comentarios irónicos acerca de su lógica». (El hombre eterno) Deberíamos tener en cuenta, también, que «no existe ninguna evidencia de que el gobierno primitivo fuera despótico y tiránico. (...) Si existe un hecho que realmente se puede probar, partiendo de la historia que conocemos, es que el... Leer más
Si, en ocasiones, Chesterton defendió lo que solemos llamar sentimentalismo y a las personas que solemos llamar sentimentales, otras veces también señaló cuál es el sentimentalismo engañoso y los comportamientos sentimentales dañinos. Hay referencias al respecto en el artículo Los otros lados de las cosas. Otra buena descripción de la cuestión está en este texto: «El sentimental es el hombre que quiere comer su dulce y tenerlo. Carece del sentido del honor en cuanto a las ideas; no quiere admitir que hay que pagar por las ideas como por cualquier otra cosa. No quiere admitir que cualquier idea digna, como cualquier mujer honesta, pueda únicamente ser conquistada en sus propios términos, y con su lógica cadena de lealtad. Una idea lo atrae, otra idea lo inspira realmente,... Leer más