La raíz de todas las leyes

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La raíz de todas las leyes

La prohibición bíblica de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal que Dios impone a Adán y Eva en el Paraíso, una especie de señal por la que los hombres deben reconocer libremente y respetar con confianza las leyes morales que Dios señala, se parece mucho a (o está en la base de, o es la misma que) la idea que recorre una buena parte de los cuentos de hadas. Así lo decía Chesterton: la importancia de los cuentos de hadas para la formación moral se apoya en «la idea de que la paz y la felicidad sólo pueden existir bajo una condición. Esta idea, que es el núcleo de la ética, es el núcleo de los cuentos infantiles. Toda la felicidad del país de las hadas pende de un hilo». (…) «Toda la ética debería enseñarse al son de esta cantinela de los cuentos de hadas: si uno viola la prohibición, pone en peligro todo lo demás. Al hombre que rompe la promesa hecha a su mujer debería recordársele que, incluso aunque ella no sea un gato, el caso del gato encantado demuestra que semejante conducta puede ser poco prudente. Al ladrón a punto de abrir una caja fuerte podría recordársele alegremente que está en la peligrosa posición de la hermosa Pandora: está a punto de levantar la tapa prohibida y desatar males desconocidos. El muchacho que se come las manzanas del manzano ajeno debería recordar que ha alcanzado un momento místico de su vida en el que una manzana puede privarle de todas las demás. Ésa es la profunda moraleja de los cuentos de hadas, que, lejos de carecer de normas, van a la raíz de todas las leyes. En lugar de encontrar (como los libros normales de ética) una base racional para cada mandamiento, encuentran una base mística para todos los mandamientos». («Los cuentos de hadas», All Things considered, Correr tras el propio sombrero)

 

26 marzo, 2011
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