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Adultos graciosos
Cuentos ● Cuentos | EscrituraLas inversiones irónicas tan comunes en los cuentos para niños las comenta del siguiente modo Wayne Booth: «Sobre todo en un momento en que puede ganarse el reconocimiento de la crítica gracias al descubrimiento de nuevas lecturas que a nadie más se le habrían ocurrido, la tentación de recurrir a inversiones resulta difícil de resistir para algunos críticos. Cualquier afirmación puede cambiarse por su opuesta y así hacerla más “interesante”. Cualquier obra puede revisarse y hacer que los tres cerditos se transformen en malvados y el lobo en un héroe trágico». Además, «vez captado el truco, uno puede improvisar indefinidamente inversiones que podrán parecer ingeniosas a unos pocos pero que no significan nada para la inmensa mayoría. En cierto sentido están permitidas… al fin y al cabo, a nadie se le ocurre promulgar leyes contra la improvisación». Y, se puede añadir, todos conocemos esa clase de adultos que intentan dárselas…
26 diciembre, 2006Únicamente la pura verdad…
Verdad ● Escritura | VerdadHe aquí un texto que Katherine Mansfield suelta, como quien no quiere la cosa, en Historia de un hombre casado (A Married Man´s Story, 1921; publicado póstumamente, inacabado). El narrador, un tipo que habla de sus relaciones con su mujer y recuerda su infancia, se pregunta: «¿Por qué resulta tan difícil escribir con sencillez —y no sólo con sencillez sino “sotto voce”— si es que me entienden? Así es como anhelo escribir. Nada de bonitos efectos, nada de arrojo. Únicamente la pura verdad, como sólo la puede contar un mentiroso».
1 diciembre, 2006Ceñirse al canal
EscrituraAnécdota que cuenta David Mamet. Un alumno del gran dramaturgo-actor Stanislavsky le preguntó una vez cómo hacía para elegir siempre lo correcto. Y él le respondió que, tiempo atrás, él le había preguntado lo mismo al capitán de un vapor que recorría el Volga y el capitán le dijo: «Cíñete al canal y no te equivocarás». O, dicho de otro modo, si las elecciones que haces no están hechas «en general», sino en ayuda de la historia, necesariamente serán correctas. Por eso, en un autor, decir que consiguió «unos efectos brillantes» es como decir que «hizo que los trenes llegaran puntualmente». Muchos autores de literatura infantil, eso de «ceñirse al canal», lo pierden de vista con facilidad. David Mamet. Una profesión de putas (A Whore´s Profession, 1989). Madrid: Debate, 1995; trad. de Juan Manuel Ibeas y Jordi Mustieles; ISBN: 84-7444-929-4.
13 enero, 2006Escribir sobre gente de verdad
Escritura ● EscrituraKipling señalaba que le repelían los que escribían sobre sus propios tormentos y pasiones y se planteó escribir sobre la gente que había conocido, pues pensaba que era mejor «atender a los hombres que hacen un trabajo de verdad que a los hombres que escriben sobre lo que creen que otros hombres han hecho o deberían hacer». David Gilmour. La vida imperial de Rudyard Kipling: la larga retirada.
30 agosto, 2005La tarea del novelista
EscrituraThomas Mann, citando a su vez a Schopenhauer, dice: «La tarea del novelista no es narrar grandes acontecimientos, sino hacer interesantes los pequeños». Thomas Mann. El arte de la novela. Ensayos sobre música, teatro y literatura. Barcelona: Alba, 2002; 332 pp.; selección y trad. de Genoveva Dieterich; ISBN: 84-8428-154-X.
23 agosto, 2005Enamorados del trabajo
Escritura ● EscrituraExiste una concepción errónea de la escritura, dice Auden, por parte de quienes atienden al resultado y no al proceso. «Detrás de eso se oculta la falta de pasión y voluntad de superar las diferentes fases del largo proceso de aprendizaje y estudio. Debemos enamorarnos de nuestro trabajo, no de nosotros mismos». W. H. Auden. Trabajos de amor dispersos: conferencias sobre Shakespeare.
19 agosto, 2005El tirón de un «thriller»
EscrituraUn thriller tiene tanto más tirón cuanto más está en juego en su argumento. Así, salvar al mundo de un inminente holocausto nuclear engancha más que la historia de un grupo de ladrones que intentan saquear un banco cualquiera. Una parte del éxito de El código Da Vinci, como el de otros libros en su estela esotérica, está en que funciona como una respuesta más a la pregunta que más inquietudes ha levantado a lo largo de la historia y que ya Jesucristo mismo formuló a sus Apóstoles: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Pero la novela de Dan Brown es una buena prueba de la inteligente afirmación de Wallace Stevens: elegir «un tema grandioso no es garantía de un efecto grandioso sino, más probablemente, de lo contrario». En fin, para quien tenga interés en ahondar en la cuestión de fondo, aparte de acudir a las fuentes, al Nuevo…
19 junio, 2005