El país de jamás lo creerás, de Norman Messenger, es un álbum enciclopédico bromista de los que causan admiración, por el trabajo enorme, y por el talento gráfico y el ingenio imaginativo del autor. Es también uno de esos libros de los que resultan inacabables para el lector, que puede pasarse horas explorando y descubriendo detalles nuevos. La primera doble página es un mapa explicativo: en él se ve una isla con forma de perro y se indican los territorios que mostrarán cada una de las doce láminas que van a continuación, todas con una solapa desplegable y algunas con dos. Por ejemplo, las primeras son: La aldea, Árboles peculiares, Insólitos árboles silvestres, El pantano y el río, etc.
Aunque no todo el mundo aprecia igual este tipo de álbumes, tan «inútiles» y «desmadrados», lo cierto es que componer personajes que integran cualidades o rasgos de distintos seres, es un ejercicio de larga tradición. Basta repasar A book of nonsense o los relatos del doctor Dolittle, entre muchos otros, y descubriremos seres parecidos al arbusto zanacebolla (El Vergel de las cosechas), al ave zancuda con botas (El lago mágico), al pez payaso (Los islotes), a los murciélagos herradura (Las montañas tenebrosas) o al árbol alfabeto (El claro del bosque feliz).
Norman Messenger. El país de jamás lo creerás (The Land or Neverbelieve, 2012). Madrid: SM, 2012; 30 pp.; trad. de Margarita Arroyo; ISBN: 978-84-675-5584-4.