Y, continuando con lo de ayer, vale la pena recordar la obra de Viktor Frankl titulada El hombre en busca de sentido, que se puede contraponer a la de Levi porque refleja la misma dureza pero tiene un enfoque del que obtiene unas consecuencias diferentes. El autor cuenta su estancia en Auschwitz con una intención particular: «describir, desde mi experiencia y mi perspectiva de psiquiatra, cómo el prisionero vivía en el campo y cómo esa vida influía en su psicología». Así, Frankl se plantea que «la principal preocupación de los prisioneros se resumía en esta pregunta: ¿Sobreviviremos al campo de concentración? De no ser así, aquellos atroces y continuos sufrimientos, ¿para qué valdrían?» Sin embargo, dice, él se hacía «otra pregunta: ¿tienen algún sentido estos sufrimientos, estas muertes? Si carecieran de sentido, entonces tampoco lo tendría el sobrevivir al internamiento». En el mismo libro el autor completa su narración y sus reflexiones con una explicación breve de la logoterapia, llamada la «Tercera escuela vienesa de Psicoterapia», un método curativo que no es introspectivo ni retrospectivo como el psicoanálisis, sino que mira hacia el futuro y «se centra en el sentido de la existencia humana y en la búsqueda de ese sentido por parte del hombre».
Viktor Frankl. El hombre en busca de sentido (Der Mensch vor dem Frage nach dem sinn, 1945). Barcelona: Herder, 2013, 11ª ed. de la edición de 2004, revisada; 160 pp.; col. Psicología; trad. de Christine Kopplhuber y Gabriel Insausti; edición y prólogo de José Benigno Freire; ISBN: 978-84-254-2331-4. [Vista del libro en amazon.es]