En el mismo texto que mencioné días atrás, para explicar qué moralidad debe aplicar un autor en el interior de las ficciones de fantasía que inventa, George MacDonald afirma lo siguiente: «En el mundo moral (…) un hombre puede vestirse con nuevas formas, y emplear libremente su imaginación (…) pero no debe inventar nada. No le está permitido, por ningún motivo, subvertir sus leyes. (…) Las leyes del espíritu humano deben conservarse y prevalecer tanto en este mundo como en cualquier otro que el hombre sea capaz de inventar. No sería ningún delito imaginarse un mundo en el cual todo se repeliese en lugar de atraerse, pero estaría mal escribir un cuento que representara a un hombre supuestamente bueno que siempre cometiera malas acciones, o a un hombre supuestamente malo que [siempre] hiciera cosas buenas: la idea en sí misma no se rige por ninguna ley. Un hombre puede inventar en el terreno de las cosas físicas; sin embargo, en el terreno de las cosas morales, debe obedecer y trasladar sus leyes a su mundo inventado».
Georges MacDonald. Cuentos de hadas (Fairy Tales). Girona: Atalanta, 2012; 239 pp.; col. Ars brevis; trad. de Ana Becci; prólogo de Javier Martín Lalanda; ISBN: 978-84-939635-4-5.