Libros certeros aunque pesimistas como, en la década de los ochenta, Divertirse hasta morir, de Neil Postman, o como el reciente (y en sí mismo más flojo) Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?, de Nicholas Carr, son respuestas a la inquietud de Marshall McLuhan que ya mencioné en la nota Corchos en un mar tempestuoso. El paralelismo entre los dos libros, además de por otras cosas, lo pensé al leer, en el segundo, el comentario de que el acceso a Internet es el servicio más popular de muchas bibliotecas públicas, y recordar que, en el primero, se decía que si un profesor recurre demasiado a medios audiovisuales en clase, tal vez está mostrando su propia superfluidad.
Quizá es esta una de las cosas que todos debemos plantearnos: cumplir bien, cada uno, el papel en el que somos insustituibles sin buscar atajos o bajar el nivel por motivos de comodidad, o de cansancio al ver los pocos resultados, o de búsqueda de aceptación y de popularidad… No es sólo que para ver películas y acceder a internet no necesitamos colegios ni bibliotecas, sino que estos dos ámbitos son los apropiados para ofrecer y enseñar a disfrutar de algunos productos exclusivos, como son el tiempo y el silencio, la concentración y la memoria; los únicos modos de facilitar la lectura reflexiva, de saber atender con calma y de poder pensar con profundidad.
Neil Postman. Divertirse hasta morir: el discurso público en la era del “show business” (Amusing Ourselves to Death: Public Discourse in the Age of the Show Business, 1985). Barcelona: Ediciones de la Tempestad, 2001; 195 pp.; trad. de Enrique Odell; ISBN; 84-7948-046-7.
Nicholas Carr. Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (The Shallows. What the Internet Is Doing to Our Brains, 2010). Madrid: Taurus, 2010; 344 pp.; trad. de Pedro Cifuentes; ISBN: 978-84-306-0812-6.