Blanca como la nieve, roja como la sangre, de Alessandro D’Avenia, es una novela que, por el tipo de narrador y el tipo de relato, se podría comparar con otra italiana, de hace tiempo, Jack Frusciante ha dejado el grupo, de Enrico Brizzi, o con Y decirte alguna estupidez, por ejemplo te quiero, de Martín Casariego —más adelante pondré reseña de ambas aquí—, o con Vigo es Vivaldi, de José Ramón Ayllón. Es también, como esta última citada, una «novela de profesor» —escrita por un profesor con intención de reflejar preocupaciones y preguntas de los chicos y chicas, y, en la medida de lo posible, de dar algunas respuestas o de mostrar algunas salidas—. Está bien escrita, es fresca, por momentos divertida y por momentos con acentos poéticos, y busca (y en muchos casos consigue) llegar al corazón.
Blanca como la nieve, roja como la sangre
16 septiembre, 2010