El misterio de la casa roja es el único relato policiaco que firmó A. A. Milne. Comienza con un prólogo bienhumorado del autor en el que da idea de cuál era su mente al escribirlo: afrontar el desafío de construir una novela del género que, además, es un caso del tipo de «cuarto cerrado» —cómo pudo suceder algo que físicamente parece imposible, al modo de El misterio del Cuarto amarillo—.
En una casa de campo inglesa hay una reunión de amigos. Varios se han ido de excursión unas horas mientras el propietario, Mark Ablett, espera la visita de un hermano suyo, que vivió muchos años en Australia y hace unos días anunció su llegada por sorpresa, parece que con motivos turbios. Justo cuando acaban de ocurrir, a la vez, el asesinato del visitante y la desaparición de su hermano, después de que se les oyera discutir en la sala donde estaban, llega también a la casa Tony Gillingham, un gran admirador de Sherlock Holmes, a quien había invitado a ir su amigo Bill, amigo a su vez del propietario.
La policía por un lado y Gillingham por otro intentan recomponer los hechos. De Gillingham nos dice el narrador que tenía una asombrosa memoria fotográfica, lo que lógicamente le resulta muy útil. Su amigo Bill actúa como un doctor Watson que le hace preguntas o propone soluciones no muy certeras. Con todo, el héroe se distancia de Holmes, que, dice, a veces se atiborraba el cerebro con hechos insignificantes, error que, por supuesto, él no comete. En fin, no es un libro extraordinario, aunque ponga de manifiesto la destreza desenfadada del autor y sea entretenido si uno es aficionado al género.
A. A. Milne. El misterio de la Casa Roja (The Red House Mystery, 1922). Madrid: Siruela, 2018; 222 pp.; col. Clásicos policiacos; trad. de Raquel G. Rojas; ISBN: 978-84-17454-43-2. [Vista del libro en amazon.es]