Mirjam Pressler explica, en la nota final que pone a Natán el Sabio, sus fuentes y sus intenciones: desea recomponer la obra teatral del mismo título de Gotthold Ephraim Lessing, para volver a proponer su mensaje de convivencia pacífica entre religiones y de rechazo del fanatismo. Cuenta su historia, situada en Jerusalén en el siglo XII, centrando cada capítulo en alguno de los personajes: Recha la hija adoptiva de Natán; Daja, una cristiana, la acompañante de Recha; un joven templario que salva a Recha de un incendio; Gesem, un chico tullido que trabaja en la casa de Natán; etc. Todo se dirige al momento en el que Natán cuenta la parábola de los tres anillos a Saladino. El ejemplo de tolerancia y confianza en la razón de Natán cala en todos los que le tratan por más que la brutalidad siga su curso.
Como corresponde a una escritora experta, Natán y sus hijos está bien construido y contado. Pero se resiente bastante de su propósito pedagógico, tanto en que sus mensajes son obvios, como en que la construcción de la trama pone de manifiesto las simpatías básicas del narrador: los malvados en el relato son un joven musulmán fanático, no Saladino ni su maniobrera hermana, y el taimado e hipócrita patriarca católico de Jersusalén, no los cristianos de a pie del relato. Como es lógico la historia no entra en ningún análisis de cada doctrina ni en el de las consecuencias de vivir o de no vivir sus enseñanzas, aunque a mí al menos me parece obvio que no es igual predicar y creer en el ojo por ojo que predicar y creer en el amor a los enemigos, que no es lo mismo un fundador que comienza su religión a sangre y fuego que uno que muere perdonando a sus enemigos…
Mirjam Pressler. Natán y sus hijos: Jerusalén 1192 (Nathan und seine Kinder, 2009). Madrid: Siruela, 2013; 213 pp.; trad. de Alfonso Castelló; ISBN: 978-84-9841-831-6.