Sidelights on New London and Newer York, Anécdotas de Londres y Nueva York en una edición española de 2019, un libro parcialmente deudor del viaje que hizo Chesterton a los Estados Unidos y Canadá en 1931, es una colección de artículos introducidos con un breve prólogo y agrupados en tres secciones. La segunda, la más importante, la componen catorce artículos acerca del modo de ser y de vivir en Norteamérica. Y la primera y la tercera, con ocho y seis artículos respectivamente, Chesterton las presenta como unos viajes en el tiempo pues en ellas comenta nuevas costumbres sociales y nuevas tendencias en la literatura.
Varias veces se ve que Chesterton es bien consciente de que no gana popularidad al arremeter contra el espíritu del tiempo e intentar hacer distinciones cuidadosas. Se nota cuando, en «The Unpsichological Age» —sobre la interminable cháchara sobre psicología que se ha introducido en la conversación ordinaria—, dice que hablar con la voluntad de ser imparcial es la mejor forma que hay de resultar irritante; o cuando, en «On Keeping Your Hair On» —sobre nuevas modas en el peinado de las mujeres—, afirma que «en estas páginas yo aparezco con el molesto carácter de alguien que recomienda detenerse a pensar; aconsejando a los jóvenes que piensen lo que están haciendo y aconsejando a los mayores que piensen lo que están denunciando».
En cuanto a la primera parte, en «On Bright Old Things», al tratar de las distintas formas en que los viejos hablan sobre las costumbres jóvenes, propone juzgarlas según estándares de sentido común universal. Señala que sus objeciones a ciertas modas modernas están basadas en la razón y no en la moralidad en «On Calling Names», donde dice que algunas modernas familiaridades en el trato son unas nuevas formalidades tan impropias como unir té y café para crear una nueva bebida. En «The Cowardice of Cocktails» apunta que «puede ser natural seguir las modas porque, en cierto sentido, es natural ser artificial», pero que también hay que atreverse a decir que algunas modas son cambios a peor, intrínseca e inteligentemente considerados. En «The Unpsichological Age» habla de la estupidez de intentar buscar el placer a toda costa y que algunos son tan tontos que merecen un premio por destruir dos placeres con un solo acto, como el intentar escuchar un poema y resolver un rompecabezas o el de ir a una taberna ruidosa para tener una cena tranquila.
En la sección sobre los Estados Unidos, varios artículos hablan sobre la Prohibición y sus consecuencias, como esa increíble combinación de humor y de horror que fue la delincuencia de Chicago: en «A Plea for Prohibition» propone que el gobierno lo prohíba todo pues así florecerían de nuevo los viejos oficios y volvería el mundo a ser joven; en «A Monster: The Political Dry» habla de que una legislación idiota crea un mundo en el que la burla y la parodia son casi imposibles porque nada que podamos imaginar es más fantástico que la realidad. En relación a las virtudes y los defectos específicamente norteamericanos, muchas veces comparándolos con los ingleses, en «The American Ideal» habla de que el norteamericano real es bueno pero el norteamericano ideal es malo, no en vano ha recibido como una especie de religión la noción de hacer propaganda de sí mismo y ha tenido la desgracia de crecer aprendiendo a imitar a Rockefeller; en «They Are All Puritans» asegura que hay una especie de guerra civil en América entre los puritanos y los antipuritanos, que al final son los más puritanos. Hay bastantes referencias a Main Street, una popular novela donde Sinclair Lewis criticaba la mentalidad provinciana de una imaginaria ciudad del Medio Oeste, pero además titula dos artículos así: «The Case Against Main Street» y «The Case for Main Street»; en el primero ataca una educación basada en la ética de una esperanza que nada significa y en el segundo elogia el sentido de igualdad ciudadana que hay en Norteamérica y que no hay en Inglaterra (que se revela en aquello de lo que lo que no se habla: lord Palmerston definió un gentleman como un hombre que nunca usaba esa palabra). Entre los que señalan las glorias norteamericanas se pueden destacar «Abraham Lincoln in London», donde Chesterton se confiesa un gran admirador de Lincoln pero no un admirador de sus admiradores (idea desarrollada también en varios artículos de Come to Think of it); y «Return to the Vision», donde pone distintos ejemplos de cómo las revoluciones pueden ser buenas pero sus resultados malos, de cómo las visiones primeras son correctas pero las revisiones son un error.
En cuanto a los artículos de la tercera parte, de momento señalo aquí dos interesantes paralelismos, a los que volveré. Uno, entre «The Middleman in Poetry» y «On Literary Cliques» (en All I Survey), acerca de la brecha en aumento entre el arte y su apreciación general. Otro, entre «Magic and Fantasy in Fiction» y «Wishes» (en The Uses of Diversity), donde matiza y ejemplifica cómo la magia buena restaura y cura mientras que la magia mala siempre intenta transformaciones imposibles y anormales. Pero, si hubiera que destacar un artículo, sería «The Spirit of Age in Literature»: en él ilustra el aislamiento de la mente moderna diciendo que si Rabelais suena como el trueno de muchos hombres y puede ser confuso como es confusa la charla de veinte hombres hablando a la vez, el Ulysses de Joyce suena como Joyce y acaba siendo inaudible como lo es alguien hablándose a sí mismo.
G. K. Chesterton. Sidelights on New London and Newer York (1932). San Francisco: Ignatius Press, 1990; Collected Works of G. K. Chesterton, Volume 21; 664 pp., de la p. 467 a la 637; introd. by Robert Royal; ISBN: 978-0-89870-272-0. Hay una en castellano, titulada Anécdotas de Londres y Nueva York, en Madrid: More ediciones, 2018; 264 pp.; ilust. de Mirera García Sanz; trad. de Montserrat Gutiérrez Carreras; introd. de Pablo Velasco; ISBN: 978-8494320750; y edición electrónica en 2019 con ASIN: B07MQBKTYL. [Vista del libro en amazon.es]