A lo largo de su vida Chesterton puso introducciones a libros de muy distinto tipo. Por una parte, los editores tenían confianza en su criterio y en el tirón que sus comentarios tendrían en los lectores; y por otra, él mismo se atrevía con cualquier cosa y sabía sacar partido a cualquier tema. De todas ellas, unas doscientas, durante su vida se hizo una selección con treinta y siete y se publicó con el título G.K.C. as M.C., traducido al castellano como Maestro de Ceremonias.
Prólogos destacables, ya mencionados en otros lugares, son el que puso a los escritos juveniles de Jane Austen, Amor y amistad; y el que puso al Libro de Job, que hay quien considera uno de los mejores textos de Chesterton (y que figura también en Correr tras el propio sombrero). También he citado ya unos párrafos sacados del prólogo que presentaba una selección de textos de Samuel Johnson.
Luego hay varias introducciones a obras de y sobre Dickens, a quien había dedicado antes una biografía. Hay otra sobre William Cobbett, sobre quien escribiría un ensayo biográfico largo más adelante. Ideas que había tratado ya en The Victorian Age of Literature salen en los prólogos a obras de, o sobre, personajes como Mathew Arnold, William Thackeray, y los autores de óperas cómicas Gilbert y Sullivan (el libretista W. S. Gilbert y el compositor Arthur Sullivan), igual que la idea, tomada del último prólogo citado, de que «el mejor rasgo de la época victoriana era que se satirizaba a sí misma. Sería conveniente que lo tuvieran presente con alguna frecuencia aquellos que recuerdan sólo la suntuosidad pomposa y el convencionalismo de aquel tiempo».
Entre otros, hay prólogos a un libro sobre su amigo Hilaire Belloc, a otro sobre el Cura de Ars, a un libro de su hermano Cecil Chesterton y a otro de Oliver Wendell Holmes… Pero también a una colección de rimas infantiles, a las fábulas de Esopo, a libros de canciones, a biografías, e incluso a un Who’s Who. Se puede notar el humor de Chesterton cuando comenta su simpatía por un libro de carácter local, en este caso acerca de un pueblo llamado Chesterton, y habla de su amor por las historias grandes de temas pequeños: «Prefiero el resultado filosófico que obtendrá un hombre examinando un montículo de topos, que el de un millón de topos que explorasen una montaña». O, cuando habla de un humorista, termina diciendo: «Si, finalmente, todos sabemos ahora hacia dónde nos guían la ciencia y la acción de los gobiernos —evidentemente hacia un enorme manicomio—, vayamos allá, mediante la gracia de Dios, en compañía de un humorista».
G. K. Chesterton. Maestro de ceremonias (G.K.C. as M.C., 1929). Buenos Aires: Emecé, 2006; 218 pp.; col. Emecé ensayo; trad. de María Manuela Conde; ISBN: 950-04-2767-2. [Vista del libro en amazon.es]