Dos álbumes de Einar Turkowski, un autor con un estilo y un mundo imaginativo propios, como varios citados semanas atrás. En Estaba oscuro y sospechosamente tranquilo el protagonista es un hombre que se instala en una casa abandonada; los lugareños lo espían con catalejos y observan cosas raras que nadie sabe interpretar; un día el hombre intenta vender pescado en el pueblo y los habitantes del pueblo están intrigados con la forma en que captura los peces. En La montaña se habla de un país curioso donde hay una peligrosa montaña de la que nadie vuelve normal, hasta que un tipo decide subir y, al comenzar, encuentra un cartel que indica «¿sabes ver?»; y, en efecto, a partir de ahí todo es un espectáculo.
Álbumes con unos extraordinarios y exhaustivos dibujos en blanco y negro. En el primero, de unos seres como cyborgs y de todos los artilugios mecánicos que utilizan, todos con su planito de montaje. En el segundo, de personajes y escenarios a cuál más pintoresco. Las intrigas de las historias no importan mucho pues nada se resuelve realmente, aunque tal vez la primera dice que muchas veces la gente supone cosas sin saber realmente nada (en realidad igual que le ocurre al lector), y la segunda podríamos suponer que propone aprender a mirar. El primer álbum tiene la deriva posmoderna de los relatos que se presentan como con una bromista intención enciclopédica. El segundo no parece sacarle todo el provecho al formato vertical acentuado —igual que dije a propósito de Casualidad, pero aquí el argumento lo facilitaría más, o eso me parece—.
Einar Turkowski. Estaba oscuro y sospechosamente tranquilo (Es war finster und merkwürdig still, 2005). Barcelona – Madrid: Libros del Zorro Rojo, 2007; 24 pp.; trad. de Marisa Delgado; ISBN: 978-84-96509-51-1.
Einar Turkowski. La montaña (Der rauhe Berg, 2012). Barcelona: Libros del Zorro Rojo, 2012; 28 pp.; trad. de Moka Seco Reeg; ISBN: 978-84-96509-28-3.