A la derecha, una fotografía de Justino Diez de una escultura-homenaje que hay a la historia y a la película de El maravilloso Mago de Oz en Valladolid: una especie de andamio de cine con una casita en lo alto, el momento en que el vendaval se lleva la casa de Dorothy. Aunque a mí me gusta, pienso que no toda buena escultura pública es una buena escultura urbana, que una rotonda con mucho tráfico no es el sitio adecuado (mejor sería un parque, por ejemplo), y que los habitantes de la ciudad no están especialmente vinculados al libro de Baum o a la película basada en su obra. A mí me parece que es como dar un buen libro en un momento inoportuno a la persona inadecuada. Pero políticamente la cosa se puede plantear como una forma de introducir fantasía en la meseta castellana, o como una manera creativa de promover la lectura de libros menos conocidos. Ahora falta que las autoridades locales propongan a Kansas que dediquen allí una escultura o una calle a una obra de Delibes…