De los relatos contenidos en El ajuar de mamá, Jiménez Lozano dedica unos cuantos a los aires laicos que también corren por la vieja Castilla. En uno titulado «El debido respeto», se narra una escena sucedida cuando el pueblo tiene que ir a votar a una escuela de la que han quitado el Crucifijo y, al entrar un paisano, le dicen:
«—¡Descúbrete, Ambrosio! ¡Quítate la gorra! Hay que mostrar respeto.
—¡Anda! ¿Y por qué, si ya no está el que habéis quitado, y era el único que era Alguien, ¿no?
Porque él tenía respeto para todo el mundo, dijo, pero que había respetos y respetos, y que respeto, respeto lo que se decía respeto, eso era solamente para el que habían quitado, y era el único que era Alguien».
8 octubre, 2006