La Pregunta del Elefante, de Kaatje Vermeire y Leen Van Den Berg, empieza diciendo que, «como cada año, todos subieron a lo alto de la colina», menos las tortugas porque la señora tortuga estaba enferma, que allí el elefante quería hacer una pregunta y que la hormiga, muy satisfecha de sí misma, era la encargada de dirigir la reunión. El elefante lanza su pregunta: ¿cómo se puede saber si se quiere a alguien? Y toda clase de seres —el ratón, Blancanieves, la piedra, la mar, las nubes, el vagabundo, el Manzano, el explorador, la abuela…— dan su respuesta. Al final, el elefante tiene ideas más que suficientes y se va corriendo mientras la hormiga se queda pensando que sólo se han dicho sandeces.
La historia no es tal vez muy coherente —sobre todo porque nada tiene que ver lo que puedan responder a la pregunta seres tan distintos— pero tiene simpatía y, sobre todo, un buen final y una buena respuesta que remiten al comienzo. Las ilustraciones son ricas, tienen un punto de extrañeza, y están bien compuestas. Tienen unos tonos apagados que, durante la primera lectura, pensé que no eran los apropiados. Sin embargo, luego concluí que tales tonos, igual que la variedad de técnicas para confeccionar las ilustraciones, se corresponden bien tanto con el tipo de relato como con el tumulto embarullado de tantos seres diferentes juntos. Pero, sobre todo, porque así se sortea la blandenguería cursi o los guiños impropios (dado el género y dados los destinatarios naturales) que aparecen en otros álbumes cuando tratan esta cuestión.
Kaatje Vermeire. La Pregunta del Elefante (De vraag, van olifant, 2011). Texto de Leen Van Den Berg. Granada: Barbara Fiore, 2012; 28 pp.; trad. de Goedele De Sterck; ISBN: 978-84-15208-23-5.