Hace unas semanas, ponía una cita de Umberto Eco acerca de una de las funciones principales de la literatura.
Ahora, otras tres respecto a lo mismo.
Una, de Alasdair MacIntyre en Tras la virtud: «Sólo retrospectivamente pueden calificarse de incumplidas las esperanzas, de decisivas a las batallas y así sucesivamente. Pero así las caracterizamos en la vida como en el arte. Y a quien diga que en la vida no hay finales, o que las despedidas definitivas solo tienen lugar en los relatos, se siente uno tentado de responderle si ha oído hablar de la muerte».
Otra, de Paul Ricoeur en el primero de sus libros dedicados al estudio del tiempo en las narraciones: «La cuestión más grave que podría plantear este libro es saber hasta qué punto la reflexión filosófica sobre la narratividad y el tiempo puede ayudar a pensar juntas la eternidad y la muerte».
Otra, de Nicolás Gómez Dávila en Escolios escogidos: «La poesía es modo de evocar cualquiera de los aspectos del mundo que aluden a la muerte. La juventud es tema poético porque no dura y la dicha porque pasa. La poesía de lo eterno es la fragancia del cadáver de la muerte».
Alasdair MacIntyre. Tras la virtud (After virtue, 1984). Barcelona: Crítica, 2004, 2ª impr.; 352 pp.; col. Biblioteca de bolsillo; trad. de Amelia Valcárcel; ISBN: 84-8432-170-3.
Paul Ricoeur. Tiempo y narración I. Configuración del tiempo en el relato histórico (Temps et Récit. L’histoire et le recit, 1983). Madrid: Cristiandad, 1987; 377 pp.; serie Libros Europa; trad. de Agustín Neira; ISBN: 84-7057-415-9.
Nicolás Gómez Dávila. Escolios escogidos. Sevilla: Los Papeles del Sitio, 2007; 205 pp.; edición y prólogo de Juan Arana; ISBN: 84-935892-1-7.