De El negro del Narcissus, Joseph Conrad afirma en su prólogo que «es el libro mediante el cual, quizá no como novelista, sino como un artista que busca la máxima sinceridad de expresión, pretendo perdurar o desaparecer. Sus páginas constituyen el homenaje de mi afecto inalterable y profundo por los barcos, los marinos, los vientos y el mar inconmensurable: los forjadores de mi juventud, los compañeros de los mejores años de mi vida». En él se narra la travesía del Narcissus de regreso a Inglaterra desde Bombay y todo en ella se centra en la psicología del negro James Wait, enrolado a última hora, que tiene una extraña enfermedad, y la del perezoso y escaqueador Donkin, un «hombre de ojos ariscos y cara amarilla y flaca como el filo de un cuchillo».
Además, contiene un prefacio en el que Conrad define cómo entiende su trabajo: «como una tentativa decidida de hacer la más estricta justicia al universo visible, trayendo a la luz la verdad, múltiple y una, que entraña cada uno de sus aspectos. Es una tentativa de descubrir en sus formas, en sus colores, en su luz, en sus sombras, en los aspectos de la materia y los hechos de la vida, lo que es fundamental, lo que es perdurable y esencial, su cualidad única iluminadora y convincente, la verdad misma de su existencia». La labor «que trato de realizar es, por el poder de la palabra escrita, hacer que ustedes oigan, hacer que ustedes sientan… es, ante todo, hacer que ustedes vean. Nada más que eso, y eso lo es todo. Si lo consigo, allí encontrarán con arreglo a sus merecimientos: aliento, consuelo, temor, encanto —todo cuanto piden— y, acaso, también ese destello de la verdad, que se olvidaron de pedir».
Joseph Conrad. El negro del «Narcissus» (The Nigger of the “Narcissus”, 1897). Madrid: Valdemar, 2007; 212 pp.; col. Gran Diógenes; trad. de Fernando Jadraque; ISBN: 978-84-7702-566-5.