
El contador de cuentos, un relato de Saki en formato de álbum ilustrado por Alba Marina Rivera, narra un viaje en tren en el que comparten apartamento dos niñas y un niño, su tía, y un viajero silencioso que, harto de la historia sobre una niña buena que la la tía intenta contarles a sus sobrinos, sin éxito, la desafía e inicia él otro relato. El texto es inteligentemente irónico respecto a la educación formalista de la época victoriana o eduardiana (la ironía de un cuento actual del mismo tipo debería ir contra la educación permisivista de ahora, supongo). Así, cuando el viajero habla de que su protagonista va a ser una niña «horriblemente» buena, sus oyentes se dan cuenta de que ahí se ha producido «una innovación digna de elogio», una variación notable respecto a los cuentos de la tía. (El lector que conozca Hipersúper Jezabel pensará que, tal vez, tenga su origen en esta historia: al menos eso se me ha ocurrido a mí).
Que las cosas se cuenten desde la perspectiva conjunta de los niños, haciendo notar sus reacciones de hastío ante un cuento igual a los que siempre les cuentan y las de sorpresa y animación ante las novedades que introduce la historia del viajero, es un buen recurso para inducir en el lector un pensamiento global de «así reaccionan los niños». Es ajustado a la historia el formato del álbum, apaisado como un vagón de ferrocarril, y le añade un atractivo (inicial) y una cierta originalidad el que venga dentro de un estuche. Las ilustraciones recogen bien el clima del relato, el paso de los niños del aburrimiento a la expectación, el hartazgo y el deseo de provocación del viajero y el enfado de la tía.
Alba Marina Rivera. El contador de cuentos (1914). Texto de Saki. Barcellona: Ekaré, 2008; 30 pp.; trad. de Verónica Canales y Juan Gabriel López Guix; ISBN: 978-84-936504-3-8.