Tangram Gato, de Martjin van der Linden y Maranke Rinck, es un magnífico álbum, por su concepción, por su realización, y por las posibilidades de juego que abre, sobre todo para quien no conozca el juego del tangram. Este, como se aclara en el álbum, es un puzle de origen chino con siete piezas —dos triángulos grandes, dos pequeños, un triángulo mediano, un cuadrado y un paralelogramo— que, combinadas, pueden dar lugar a multitud de figuras: se ven muchas ya en las guardas.
El album comienza diciendo: «Estaba aburrido. Hasta que me dieron un tangram». Y el narrador empieza con la figura de un gato, luego la de una casa, la de un pez… Y a imaginarse y a representar acciones con ellas: el gato se quiere marchar y él desea que no lo haga por lo que va componiendo más figuras con las que, sin embargo, a veces hay problemas.
Primero se muestran las figuras en azul y, a continuación, las mismas figuras coloreadas, del gato, o el perro, el pez…, o lo que sea. La composición en las páginas es elegante y las representaciones de los animales son atractivas. El álbum, que incluye una cartulina aparte con las piezas que se pueden superponer a las figuras, se puede ver también como una reivindicación del tiempo sin «nada que hacer» en el que chico que juega puede desarrollar su inventiva.
Martjin van der Linden. Tangram Gato (Tangram Kat, 2016). Texto de Maranke Rinck. Barcelona: Ekaré, 2017; 52 pp.; trad. de Cisca Corduwener; ISBN: 978-84-946699-4-1. [Vista del álbum en amazon.es]