En «¿Por qué dar vida a un mortal? Ser progenitores en el fin del mundo», el ensayo que da título al libro, después de hablar de que, «cuanto más se reconduce la dignidad de la vida a la decisión individual, más disminuye la posibilidad de que haya vivientes, porque recibir la vida es algo anterior a cualquier posibilidad de elegir», Fabrice Hadjadj hace un agudo comentario a novela de Cormac McCarthy La carretera (que ojalá hubiera leído antes para incluirlo en El secreto de la belleza…):
«Cuando parece que la noche triunfa es cuando un resplandor muy pequeño se presenta como embajador de toda la luz. Entonces comprendemos que el simple hecho de dar la vida contiene en sí una confianza en la vida eterna que no se apoya en el plano psicológico, sino que es consustancial a la misma vida, a esa que procede del Viviente y vuelve al Viviente. Porque es evidente que nuestro sexo nos empuja naturalmente hacia el otro sexo y que naturalmente esa unión se abre a la procreación, como el encuentro de la llave con el cerrojo, que abre la puerta a una casa desconocida. Y al mismo tiempo esta realidad tan elemental y espontánea para los animales sólo encuentra justificación para nosotros a través de la meditación más metafísica. Un salmo enuncia claramente este misterio: “Mi corazón y mi carne gritan de alegría hacia el Dios vivo” (Sal 84, 3). Una gran novela de estos últimos tiempos, La carretera, de Cormac McCarthy, explora con fuerza este misterio. Hay que recordar que “Camino” es uno de los nombres de Cristo y es también una buena traducción de la palabra hebrea Torah. Un padre y un hijo caminan hacia el océano en un mundo destruido donde, para no volverse caníbales, es necesario nutrirse con las últimas latas de conserva que se han salvado de la catástrofe. Cuándo nació el niño, poco después del cataclismo que ha destruido la tierra, la madre se había suicidado: ¿Para qué seguir si no hay nada? ¿Para qué vivir, si va a ver morir a su hijo? Pero el padre sigue, de forma absurda y obstinada, con una fuerza que no viene tanto de sí mismo cuánto del rostro del hijo, de su absoluta vulnerabilidad. ¿Por qué sigue adelante? ¿Es como un nuevo Abraham, que espera contra toda esperanza (Rm 4, 18)? En realidad, no alberga ninguna esperanza, pero cada paso que da con su hijo es signo de una esperanza que no es ante todo suya, sino de esa vida promovida y dada por medio de él»
Fabrice Hadjadj. Por qué dar vida a un mortal y otras lecciones (Perché dare la vita a un mortale). Madrid: Rialp, 2020; 222 pp.; trad. de Elena Álvarez; ISBN: 978-8432153051. [Vista del libro en amazon.es]