Hace tiempo comenté una tira de Calvin y Hobbes en la nota Violencia espectacularizada. En otra sobre la misma cuestión Calvin dice: «Anoche estuve viendo una película antigua con mamá». En la segunda viñeta continúa: «No tenía violencia, acción explosiva o palabrotas. No había nada impactante». En la tercera Hobbes le pregunta: «¿Te gustó?», y Calvin contesta: «Es difícil de decir». En la cuarta comenta: «Es una experiencia extraña que no manipulen mis emociones».
En fin, como dice Antonio Damasio, «los sistemas educativos podrían beneficiarse del hecho de resaltar las conexiones inequívocas entre los sentimientos actuales y los resultados futuros predichos, y que la sobreexposición de los niños a la violencia, en la vida real, en las noticias o a través de la ficción audiovisual, degrada el valor de las emociones y de los sentimientos en la adquisición y el despliegue del comportamiento social adaptativo. El hecho de que se presente tanta violencia vicaria sin un marco de referencia moral no hace más que agravar su acción desensibilizadora».
Bill Watterson. «La buena vida», Felino maníaco homicida (Homicidal Psicho Jungle Cat, 1996), Barcelona: Ediciones B.
Antonio R. Damasio. El error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano (Descarte’s error, 1995). Barcelona: Destino, 2011; 399 pp.; col. Imago Mundi; trad. de Joandomènec Ros; ISBN: 978-84-233-4496-3.