La infancia de Jesús

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La infancia de Jesús

Intento leer siempre las novelas sobre niños que me parecen, a priori, valiosas, y luego, de todas ellas, aquí suelo hablar de aquellas que lo son o que, por alguna razón, las veo rescatables. En este caso, sin embargo, diré algo sobre La infancia de Jesús, de J. M. Coetzee, un libro del que esperaba que fuera valioso pero que no me lo ha parecido, y en el que, además, tampoco he visto ningún motivo parcial para elogiarlo. Debo decir que no conozco bien a Coetzee: he leído un libro suyo de crítica literaria que me pareció excepcional en sus análisis, y tres novelas que me dejaron una doble sensación: la de que es un escritor serio y la de no tener ningún deseo de seguir leyéndolo. Esta novela, que cabría encuadrar dentro de la ciencia-ficción rara, tiene un rasgo más: resulta enigmática hasta lo incomprensible.

La narración comienza cuando un hombre adulto y un niño, refugiados según parece, llegan en barco a un país de habla española. Allí les ponen nombres, Simón y David, les fijan fechas posibles de nacimiento, y les dan lo necesario para que comiencen otra vida. Su nueva tierra, y la ciudad de Novilla en la que viven, es como un mundo socialista utópico donde hay amabilidad y todas las necesidades están cubiertas pero donde falta calor humano: nadie tiene verdaderos recuerdos. El hilo que tira del relato es que Simón desea encontrar a la madre de David: afirma que, en el barco en el que venían, perdieron una carta donde se hablaba de su madre. A una mujer a la que ve jugar al tenis le pide que sea la madre de David… y ella lo acepta.

Con ese punto de partida el relato contiene diálogos agudos sobre muchas cuestiones, sobre todo acerca de la importancia de las emociones, o del estorbo que suponen, pero como en plan expositivo. Así, una mujer dice a Simón que «esa insatisfacción constante, ese anhelo de algo que echas en falta, es una forma de pensar de la que, en mi opinión, nos hemos librado. No nos falta nada. Lo que tú crees echar en falta es una ilusión. Vives por una ilusión». Esa misma mujer le dice que «olvidar lleva su tiempo» y que, «una vez hayas olvidado de verdad, desaparecerá tu sensación de inseguridad y todo será mucho más fácil».

El título dirige los pensamientos del lector y, aunque nadie se llama Jesús, se pueden encontrar paralelismos con los Evangelios en algunos nombres o en cosas que pasan. Pero, al fin, todo queda disuelto en una trama confusa que no parece dirigirse a ningún lugar reconocible: o tal vez sea esa la cuestión y se trata de no buscar ninguna explicación (y de sugerir que lo mismo se ha de aplicar a la narración evangélica). Por tanto, al menos para mí, estamos ante un relato que desea ser sugerente… mientras no nos planteemos explicar, ni siquiera mínimamente, qué sugiere. Tal vez tendría que leer el relato de nuevo o tal vez tendría que conocer otras obras del autor pero, por lo menos de momento, no tengo nada claro que compense la inversión de tiempo.

J. M. Coetzee. La infancia de Jesús (The Childhood of Jesus, 2013). Barcelona: Mondadori, 2013; 271 pp.; trad. de Miguel Temprano García; ISBN: 978-84-397-2727-9.

 

15 noviembre, 2013
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