En muchos álbumes se nota que los autores han pensado en buscar el aplauso del público adulto y se han olvidado de un punto básico: divertir a los niños, que se lo pasen bien. Hay autores del pasado, sin embargo, que no lo pierden de vista y sus historias, mejores o peores, siempre tienen chispa. Es el caso de Roger Duvoisin, del que se ha publicado hace poco Verónica, un álbum de 1962 sobre una hipopótama joven que deseaba llamar la atención pero no podía porque vivía con una gran familia de hipopótamos y, suspiraba, «aquí nadie sabe que existo». Así que decide dejarlos e irse a una ciudad llena de hombres donde, para su satisfacción, comprueba que NO HABÍA NI UN SOLO HIPOPÓTAMO A LA VISTA y allí donde va destaca…
Como es habitual en el autor, los dibujos son excelentes y abundan los momentos narrativos que, visualmente, resultan muy cómicos. La figura y expresiones de Verónica son graciosas. Es excelente la secuencia de dobles páginas, que alternan escenas en color con otras en blanco y negro. Es fácil la lectura porque los párrafos van prácticamente siempre sobre fondo blanco. No es necesario sacar ninguna lección del album sobre los problemas de la fama o la importancia de saber donde te metes…, aunque tal vez haya que advertir a los lectores más crédulos que no todos tienen tanta suerte como Babar o Verónica, que acaban encontrando en su camino una amable anciana que los saca de los líos en los que se meten.
Roger Duvoisin. Verónica (Veronica, 1962). Barcelona: Alba, 2018; 33 pp.; col. Cuentos Vintage; trad. de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera; ISBN: 978-84-9065-468-2. [Vista del álbum en amazon.es]