Llamémosla Random House

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Llamémosla Random House

Bennett Cerf (1898-1971) entró en el negocio editorial en 1925 y fundó Random House en 1927, empresa de la que fue propietario y presidente hasta poco tiempo antes de fallecer. Había empezado a preparar sus memorias pero falleció repentinamente por lo que fueron su esposa y su principal editor, Albert Erskine, quienes prepararon este libro, Llamémosla Random House, a partir de sus notas y de las entrevistas que había concedido. La historia de sus peripecias profesionales se cuenta cronológicamente aunque algunos capítulos se dedican a determinadas cuestiones —compras o absorciones de otras editoriales, ideas de negocio que salieron especialmente bien, etc. — o a sus relaciones con autores más importantes o con los que llegó a tratar más íntimamente —como William Faulkner o James Michener, escritores que, dice Cerf, confían en el editor y por tanto el editor se vuelca con ellos—.

El libro está repleto de anécdotas pues Cerf era una persona bromista y extrovertida, con muchas relaciones con el mundo del espectáculo —era juez habitual de la elección de Miss América, fue un gran amigo de Frank Sinatra, participaba de modo habitual en un show televisivo…—. Habla de por qué publicó, o por qué no lo hizo, algunos libros controvertidos, igual que cuenta sucedidos con otros editores y muchos escritores, casi siempre con acentos amables y positivos. Son reveladoras —también por lo atrás que se han quedado…— algunas opiniones que tenía sobre su negocio al final de su andadura profesional, como la de que «la gente no lee ficción como antes, tal vez porque la vida misma es muy emocionante. La ficción hoy no puede competir con la primera plana de un periódico». Pero lo más interesante, sin duda, está en cómo su historia deja constancia de la evolución y el crecimiento de la industria editorial en las décadas centrales del siglo XX.

Por ejemplo (y en relación a mis intereses particulares), Cerf cuenta que descubrió la literatura infantil cuando tuvo dos hijos y se propuso contarles cuentos y darles libros, y gracias también a su esposa Phillis, que fue quien impulsó una nueva colección, que también constituyó como una empresa independiente al principio, llamada Begginer Books. Esta colección, un éxito arrollador, comenzó con El gato garabato, del Dr. Seuss, autor que había publicado ya varios libros en la editorial pero que, con este, consiguió uno de los relatos más vendidos de la historia.

Más adelante comenzaron otras colecciones, por edades, y fue uno de los hijos de Cerf quien le sugirió que los libros de las colecciones debían ir numerados porque, así, aquellos lectores a los que les había gustado ese libro sabían que podían encontrar más del mismo tipo. O, por ejemplo, dos ideas que fueron una gran lotería, en palabras del mismo Cerf, fueron los All About Books, los libros que hablaban de «todo sobre el tiempo», «todo sobre las estrellas», etc., muy impulsados por el consumo cada vez mayor de la televisión entre los niños; o los Landmark Books, que pensó cuando quiso comprarle a su hijo de siete años, en 1948, libros sobre historia de los EE.UU. y vio que no había ninguno apropiado en las librerías, por lo que puso en marcha una colección compuesta por libros que trataban, cada uno, un episodio importante de la historia de los EE.UU.

Bennett Cerf. Llamémosla Random House. Memorias de Bennett Cerf (At Random. The Reminiscences of Bennett Cerf, 1977). Madrid: Trama, 2013; 270 pp.; col. Tipos móviles; trad. de Íñigo García Ureta; ISBN: 978-84-92755-90-5. [Vista del libro en amazon.es]

 

18 julio, 2014
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