Después del buen sabor de boca que me dejó Louis Auchincloss en El rector de Justin, leí La educación de Oscar Fairfax, que me ha parecido una novela de menor entidad aunque la haya leído con interés. Son unas memorias ficticias del protagonista, un hombre culto de la alta sociedad norteamericana, que comienzan en 1908 cuando es un niño todavía, hablan luego de su vida estudiantil y de sus ambiciones literarias, cuentan algunas cosas de su vida profesional en un despacho de Wall Street, y se centran por último en su padrinazgo de un joven brillante. La narración es fluida y refleja bien los ambientes políticos y de negocios donde se mueve el protagonista. Lo más jugoso, sin embargo, es el proceso de descubrimiento de sí mismo y su creciente conciencia de qué valores son verdaderos y cuáles son falsos.
El narrador en su juventud comprueba, y en sus memorias reprueba, que haya quienes consideren de modo indulgente que alguien, por tener un talento excepcional, viva de acuerdo con unos estándares morales distintos al resto de los mortales; los hechos, por otra parte, dejan claro que tal postura se acepta cuando eso afecta a otros pero se detesta cuando afecta a uno mismo. También acaba cayendo en la cuenta, gracias a que su mujer no tiene pelos en la lengua para decirle lo que piensa, de que vive más para los libros que para la gente, que es «alguien a quien le preocupa el destino de Anna Karenina y, sin embargo, ni siquiera ve al mendigo en la calle». Ya en su madurez, Fairfax señala el «peligro de considerar las instituciones educativas solamente a la luz de las ventajas sociales» como lamentablemente las enfoca su joven protegido.
Louis Auchincloss. La educación de Oscar Fairfax (The Education of Oscar Fairfax, 1995). Barcelona: Libros del Asteroide, 2008; 249 pp.; trad. de Pilar Mañas Lahoz; ISBN: 978-84-935914-1-0. [Vista del libro en amazon.es]