El juramento de los Centenera, de Lydia Carreras, se sitúa en los comienzos del siglo XX y empieza cuando todos los hermanos Centenera menos una, emigran a Argentina después de que fallezcan sus padres. El mayor es Francisco, de unos dieciocho años, vienen luego los gemelos Salvador y Domingo, el cuarto es Josep, el narrador, y la quinta es María, una chica enferma mental a la que deben cuidar y vigilar constantemente. Cuando María desaparece durante los últimos días de la travesía, los hermanos hacen desesperados pero infructuosos intentos de averiguar qué ha pasado con ella y, como no logran nada, juran no volver sobre la cuestión: sobre todo, no decírselo a su hermana Lupe, que se quedó en España recién casada. Pero Josep, el segundo, termina diciéndoselo a una amiga y, a partir de ahí, un juez toma el asunto en sus manos.
Relato tenso, con un narrador convincente. Están bien recogidas, primero la obsesión de los hermanos por olvidarlo todo y abrirse camino, y luego la forma en que se les impone la necesidad de afrontar sus vidas en su nuevo país con la verdad por delante. Tienen personalidad propia muchos personajes: el hermano mayor responsable, la señora enfrascada en sus medicinas y su ambicioso cuñado, la bordadora venida a menos con un sobrino espabilado, el misterioso pastor evangélico, el juez íntegro, etc. Se podría pensar que la historia deja flecos sueltos, como el motivo del interés tan grande que se toma el juez, y que cabrían unos desarrollos más extensos de personajes y ambientes, pero la historia tiene fuerza y las peripecias de la búsqueda enganchan hasta un buen desenlace.
Lydia Carreras. El juramento de los Centenera (2007). Zaragoza: Edelvives, 2007; 190 pp.; col. Alandar; ISBN: 978-84-263-6626-9.