Madrid: Anaya, 1990; 237 pp.; col. Laurín; trad. y apéndice de Mercedes Neuschäfer-Carlón; ISBN: 84-207-3896-4. Nueva edición facsímil de la anterior en 2016; ISBN: 978-8469827499. [Vista del libro en amazon.es]
La edición original se puede ver en el proyecto Gutenberg.
Varias historietas encabezadas por las que protagonizan Max y Moritz, dos niños gamberros que con sus travesuras enloquecen a los vecinos de su pueblo: una viuda, el sastre, el maestro, el tío Fritz. Los niños no son castigados hasta la sexta travesura, después de la cual un irritado vecino los mete en el molino… del que salen convertidos en granitos con la inconfundible forma de Max y Moritz.
Otro relato es el de Hans Patachula, un joven cuervo capturado por Fritz, un chico revoltoso. Al meterlo en casa, el cuervo destroza todo el trabajo de la tía de Fritz… La conclusión es que, al no vivir en su sitio, el cuervo se hace malo y recibe un castigo que no sufriría de haber continuado en libertad.
Otro lo protagonizan Plisch y Plum, perros cuyos nombres proceden del sonido ¡Plisch!, al caer al agua el flaco, ¡Plum!, al caer el gordito. Sus dueños son Peter y Paul, dos chicos que los encuentran y los llevan a casa, donde comienzan los desastres. Peter y Paul van a la escuela, donde corrigen sus travesuras con buenas tundas: ellos actúan igual con sus perros y logran que se conviertan en unos animales encantadores, apreciados por todos. Por último, un adinerado turista inglés, encantado con la buena educación de los perros, se los compra.