
Desoyendo el consejo del viejo marino, «créeme, hijo, los tesoros no existen en estos tiempos», Haddock y Tintín embarcan en el Sirius para encontrar el Unicornio y su tesoro. Entra en escena Tornasol, dispuesto a que los expedicionarios empleen su submarino individual, y también terminan embarcándose Hernández y Fernández. Un inesperado y redondo final remata esta prolongación del mundo de VERNE y STEVENSON. (Hergé apoya el humor en la confusión que Tornasol causa a su alrededor, y en el hilarante comportamiento de los detectives. A partir de este álbum, Hergé multiplicará los gags de humor absurdo.)
6 agosto, 2008