FRANQUIN, André

FRANQUIN, AndréAutores
 

Dibujante belga. 1924-1997. Nació en Etterbeek, Bruselas. Era un estudiante de Bellas Artes cuando, a los veinte años, empezó a trabajar en unos estudios de cine como ilustrador de dibujos animados. JIJÉ le pasó los personajes del botones Spirou y el periodista Fantasio para que continuara sus aventuras. Y en Spirou y los herederos (1952) introdujo EL MARSUPILAMI, tal vez el más fabuloso animal creado en el cómic. Años después, en 1968, Franquin dejó sus personajes en manos de otros guionistas. Falleció en Callian, sur de Francia.


MARSUPILAMI
Los álbumes de Franquin donde aparece el Marsupilami son: Spirou y los herederos, Los ladrones del marsupilami, El dictador y el champiñón, La guarida de la morena, Los piratas del silencio, La mina y el gorila, El nido de los marsupilamis, El viajero del mesozoico. Barcelona: Grijalbo-Junior; col. Las aventuras de Spirou y Fantasio; trad. de Mariano Hispano Bañolas; ediciones respectivas: 1987, 64 pp., ISBN: 84-7419-517-9; 1987, 64 pp., ISBN: 84-7419-518-7; 1986, 64 pp., ISBN: 84-7419-445-8; 1982, 64 pp., ISBN: 84-7419-257-9; 1997, 2ª impr., 64 pp., ISBN: 84-7419-259-5; 1982, 46 pp., ISBN: 84-7419-284-6; 1997, 2ª impr., 48 pp., ISBN: 84-7419-294-3; 1988, 2ª ed., 48 pp., ISBN: 84-7419-317-6.

Los protagonistas de la serie son Spirou, botones de la editorial Dupuis, ágil y optimista, sereno y rápido, para quien el peligro es un vicio. Spip, su ardilla, que hace el papel de Milú en Tintín. Fantasio, un alocado periodista, cuyo comportamiento es como el de un Haddock juvenil. El conde de Champignac, «uno de los más prodigiosos cerebros científicos de nuestro tiempo», un nuevo Tornasol, un inventor verniano capaz de obtener las más variadas pócimas con hongos y setas. Además de Champignac y su conde, son criaturas inventadas por Franquin y que aparecen en algunos álbumes: Zantafio, primo de Fantasio; y Seccotine, una periodista que compite con Fantasio y a la que presenta en El cuerno del rinoceronte (La corne de Rhinoceros, 1953).


Spirou y los herederos
Los primos Fantasio y Zantafio se ven obligados a realizar tres pruebas ante notario. Quien mejor las resuelva será el heredero de la fortuna de un tío suyo fallecido. La primera es realizar una invención: gana Fantasio con el Fantacóptero. En la segunda se trata de quedar entre los seis primeros en una carrera de coches: gana Zantafio, no sin realizar abundantes trampas. La tercera es descubrir, observar y capturar un animal legendario, un enigma de la naturaleza: el Marsupilami, una especie de mono moteado de larguísima cola con facultades sorprendentes: piel de leopardo, ovíparo, anfibio, cuya característica externa más destacada es una cola de ocho metros, flexible pero dura y sólida como un cable de acero, y que continuamente exclama «¡Huba!, ¡Huba!». Spirou y Fantasio se desplazan hasta los bosques de Palombia y allí capturan al Marsupilami al pie del volcán «El sombrero». En su primera aparición se nos anuncia que es «el príncipe de la selva virgen»: hasta el jaguar huye cuando le ve. En sus primeras observaciones, Spirou y Fantasio averiguan sus cualidades de formidable nadador y escalador, su pulcritud en el aseo personal, que se alimenta de nueces y de pulgas, y éstas las consigue con un método de caza muy original. El indómito Marsupilami se hace amigo de Spirou y Fantasio por una razón: le hace reír la torpeza de Fantasio y, cuando huye la primera vez, sólo piensa en volver a reír y por eso regresa junto a ellos.
Los ladrones del marsupilami
Desaparece del zoo el Marsupilami y los responsables avisan a Spirou y Fantasio. Como el ladrón no puede haber abandonado el recinto, lo buscan hasta que, de noche, el rapidísimo ladrón los burla y se fuga. Pero siguen los indicios que tienen, averiguan a qué país se ha marchado, y van tras él. Descubren al responsable último del robo: el propietario de un circo, ansioso por exhibir al Marsupilami. Gracias a las pócimas del conde de Champignac, Spirou y Fantasio comienzan a trabajar en el circo.
El dictador y el champiñón
El conde inventa el metomol, un gas que funde instantáneamente los metales. Spirou y Fantasio llevan a Palombia al Marsupilami, para devolverlo a su hogar. Pero en Palombia manda el general Zantas, de nuevo el primo Zantafio, que los enrola en su ejército. Con ayuda de Seccotine, del metomol y, por supuesto, del Marsupilami, derrocan a Zantas.
La guarida de la morena
Spirou, Fantasio y el conde deciden participar en un concurso científico y, a pesar de que sus investigaciones son una y otra vez saboteadas, llegan a descubrir un fascinante mundo submarino, creado por un delincuente que se apoda «la morena». Sus aventuras terminan bien pues el Marsupilami resulta ser anfibio, una cualidad ignorada.
Los piratas del silencio
A Fantasio y Spirou les encargan un reportaje de Incognito City, la ciudad de los magnates y las estrellas. Allí, unos ladrones intentan dar un golpe empleando un nuevo gas inventado por el conde, que inmoviliza y silencia a quienes lo huelen. Pero todo se desbarata cuando el Marsupilami desvela una nueva habilidad: sabe hablar.
La mina y el gorila
Spirou y Fantasio van a la selva africana, a la mina de Molomunga. Desde allí quieren ir al monte Kilimakali, donde habita una tribu de gorilas a la que desean hacer un reportaje. Los ingenieros de la mina les avisan que no hay gorilas, pero ellos siguen su camino hasta descubrir no sólo a los gorilas sino también una mina de oro clandestina. En las excelentes escenas de selva brillan los inagotables recursos del Marsupilami.
El nido de los marsupilamis
Al regreso de la expedición al Kilimakali, Spirou y Fantasio encuentran a Seccotine, que permaneció en Palombia después de un viaje anterior y se dedicó a filmar la vida ordinaria de los marsupilamis. El álbum es, a partir de ahí, una conferencia de Seccotine mostrando y explicando las costumbres de los marsupilamis: su afición por comerse pirañas y sus luchas contra el jaguar; qué pasa en la selva cuando el Marsupilami tiene uno de sus terribles accesos de cólera; el comportamiento de la presumida hembra marsupilami, el único animal con noción de un aseo decorativo; el modo en que los marsupilamis construyen sus nidos, pues son ovíparos, y cómo nacen y alimentan sus crías; el carácter luchador de los pequeños marsupilamis; la explicación de uno de los misterios más sorprendentes del instinto de los marsupilamis: las crías nacen con la cola anudada y, a lo largo de su vida, se hacen laboriosos nudos con ellas: esto los convierte en unos seres expertísimos en hacer y deshacer nudos complicados.
El viajero del mesozoico
El conde regresa del Polo con un huevo de planteosaurio. Lo incuba, pero crece muy rápido y, al escaparse, causa unos terribles destrozos. Con tenacidad que pasa por encima de la diferencia de fuerza y de tamaño, el Marsupilami consigue adormecerlo...

Spirou y su ardilla Spip habían sido creados en 1939 por Rob-Vel. Durante la segunda Guerra Mundial, JIJÉ continuó sus aventuras, añadiéndole como compañero a Fantasio. A partir de 1946 siguió con ellos Franquin. Los llevó al pueblo de Champignac y los hizo entrar en contacto con su habitante más ilustre, el conde, en Hay un brujo en Champiñac (Il y a un sorcier a Champignac, 1950). Y en Spirou y los herederos (1952), les añadió al Marsupilami. Entonces fue cuando Spirou, que había nacido con la intención de ser alternativa a Tintín, empezó a funcionar como tal. Son perceptibles las semejanzas entre los caracteres de los personajes y entre pasajes de los argumentos. Son también obvias las diferencias en el dibujo: figuras como más espontáneas, de movimientos más elásticos y elegantes, y a la vez un aspecto menos «limpio» que el de los álbumes de Tintín, pues Franquin emplea el pincel y las sombras de las que HERGÉ huía. Franquin quería realizar un dibujo entre la historieta cómica y el dibujo realista y, en efecto, revelan gran maestría las cuidadas escenas urbanas y de carretera, y los gags típicos de toda clase de persecuciones. El estilo de Franquin alcanza su culmen en las escenas de acción protagonizadas por el Marsupilami, sin cuya presencia Spirou y todos sus amigos serían prescindibles. En particular se puede destacar El nido de los marsupilamis como uno de los mejores relatos de la historia del cómic.

Con posterioridad a los álbumes citados, Franquin requirió la colaboración de otros dibujantes y guionistas para continuar con las aventuras de Spirou, Fantasio y el Marsupilami. De todos ellos, quizá el mejor sea Tembo Tabú: un relato en la selva, el lugar donde más a gusto está el marsupilami, pero los entusiastas también disfrutarán con El prisionero de los siete budas (Le prisonnier du Bouddha, 1958-59), Z como Zorglub (Z comme Zorglub, 1959-60), El retorno de Z (L´ombre du «Z», 1960), Spirou y los hombres burbuja (Spirou et les hommes-bulles, 1961), Tembo Tabú (Tembo Tabou, 1961), QRN en Bretzelburg (QRN sur Bretzelburg, 1961-63), Un bebé en Champignac (Panade á Champignac, 1967-68). Ediciones respectivas: 1991, 64 pp., ISBN: 84-7419-512-8; 1986, 64 pp., ISBN: 84-7419-481-4; 1987, 64 pp., ISBN: 84-7419-495-4; 1986, 48 pp., ISBN: 84-7419-465-2; 1991, 2ª ed., 64 pp., ISBN: 84-7419-420-2; 1985, 48 pp., ISBN: 84-7419-438-5.


12 agosto, 2008
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