Aventuras de un cadáver fue la primera novela que firmaron juntos Stevenson y su hijastro Lloyd Osbourne: este hizo un borrador y, para su alegría, Stevenson se ofreció a revisarlo. Es un relato no muy afortunado de desventuras cómicas aunque no faltan en él momentos conseguidos.
Dos hermanos, Morris y John, son los beneficiarios de una tontina (una clase de fondo de inversión que había en el pasado, que se había de repartir entre los beneficiarios en una fecha fijada de antemano). Cuando tienen la noticia de que su tío Joseph Finsbury, propietario de un negocio arruinado, ha fallecido en un accidente ferroviario, ven que sólo podrán cobrar aquel fondo si ocultan su muerte a otras personas de la familia. Así que deciden facturar a su casa de Londres el ataúd de su tío y fingir que sigue vivo. Pero el ataúd llega donde no esperan y se multiplican las confusiones.
El relato tiene, por un lado, los problemas propios de muchas farsas costumbristas del pasado: sólo puede disfrutarlas de verdad quien está familiarizado con los ambientes que se describen. Tiene también el inconveniente de que los personajes y los incidentes no son tan graciosos en sí mismos como para que nos olvidemos de su total improbabilidad: el mismo autor se da cuenta cuando, al comienzo, advierte que «a menudo constituye una animada tarea del historiador la de dirigir la atención hacia los designios y (dicho sea con toda reverencia) los artificios de la Providencia».
En cualquier caso vale la pena observar la viveza de las observaciones del narrador y su soltura para enhebrar los distintos episodios. Por ejemplo, al comienzo del capítulo XIII, indica que los pensamientos e ideas de Morris «las he puesto (para comodidad del lector) en un cierto orden, pero en la mente de un pobre ser humano daban vueltas todas juntas en un torbellino como el polvo de los huracanes. Con esta misma preocupación de servicio he dado nombre a cada una de sus angustias, y se observará con pena que cada caso habría adornado y recomendado la cubierta de una novela de los quioscos de las estaciones del ferrocarril».
También en este caso, igual que hizo para resaltar los méritos de Príncipe Otto, Chesterton señalaba la importancia del estilo y del espíritu con el que está contada la historia. De modo que, cuando hemos olvidado la trama por completo, permanecen en la memoria ciertas descripciones o escenas como, por ejemplo, el párrafo en el que se dice que «su traje tenía aquella mercantil brillantez que describimos como elegante; y no se podía decir nada contra él, excepto que parecía demasiado un invitado a una boda para ser un caballero».
En el prólogo de la edición que pongo abajo se informa de que hay muchas versiones en castellano de este relato que han sido mutiladas o deformadas por lo que, si la novela puede resultar algo confusa, más todavía lo es en esas ediciones.
Robert Louis Stevenson. Aventuras de un cadáver (The Wrong Box, 1889). Madrid: Valdemar, 2005; 201 pp.; col. Avatares; trad. de Rafael Santervás; ISBN: 84-7702-521-5. [Vista del libro en amazon.es]