Los juerguistas y otros cuentos y fábulas fue un volumen con varios relatos que Stevenson había publicado antes en revistas. Los dos primeros son Los juerguistas y Will el del molino.
Los juerguistas son unas rocas graníticas de una isla ficticia de la costa escocesa, llamadas así por el ruido del mar cuando bate contra ellas. El narrador, un joven llamado Charles Darnaway, vuelve a esa isla dispuesto a proponerle matrimonio a su prima Mary y con deseos de averiguar algo del tesoro de un barco de la Armada Invencible que se hundió allí. Pero su tío Gordon, el padre de Mary, es un personaje inquietante: no da respuestas claras y Charles descubre que es alcohólico. Además, la decoración de su casa es curiosamente rica y el comportamiento de Rorie, su criado, es elusivo. Luego, Charles encuentra una tumba reciente y comprueba que a la isla han llegado y llegan otras personas que parecen buscar restos del tesoro.
Relato narrado con prosa escocesa, con acentos algo poéticos al describir la fuerza y el misterio del mar, y con sugerencias de presencias maléficas: las grandes olas rompientes bailan «una danza de la muerte» y «los juerguistas» parecen dar gritos cuando sube la marea. La narración también avanza de modo que se sugieren intervenciones de tipo sobrenatural, tanto porque el tío de Charles parece ver presencias fantasmales, como por la aparición final de un negro, algo que en la tradición escocesa representa al diablo —un recurso que Stevenson emplea en Janet la contrahecha y en un relato que va embutido en Catriona—. Es una historia que influyó en El corazón de las tinieblas de Conrad: al principio del relato el tío le habla a su sobrino de «la maldad de esa criatura falsa, fría, salada y rugiente» y de «todas las variedades de peces, esas maravillas ciegas, frías y extrañas» y termina con la exclamación «el horror, ¡el horror del mar!».
Will el del molino es un relato cortito. El protagonista, hijo adoptivo de dos viejos molineros y él mismo molinero cuando sus padres mueren, es un chico ingenuo con grandes anhelos y esperanzas al que le dejó marcado la conversación con un forastero que le habló de que los hombres estamos como atrapados en una ratonera. Luego entra en escena la hija del pastor, una chica guapa y joven a la que Will primero propone matrimonio pero, cuando acepta, Will retrocede y le dice que mejor sería romper el compromiso: parece pensar que mejor es no atarse definitivamente y disfrutar de un bienestar sin mayores inquietudes. Así viven un tiempo, viéndose como amigos de vez en cuando, pero Marjorie se termina casando con otro.
Relatos como este —igual que otros de esta recopilación— ejemplifican bien la diferencia que había entre las atmósferas propias de Stevenson y las de Poe. Tal como explica Chesterton, el propósito de Poe no fue meramente sugerir el horror sino la falta de esperanza; en cambio, el de Stevenson fue el de nunca sugerir la falta de esperanza incluso cuando sugería el horror. Mientras Poe se regodea en los lamentos y su melancolía parece incurable, la esencia del espíritu de Stevenson es que la melancolía no es incurable incluso aunque la desgracia lo sea. Esto se nota en Will, un protagonista cuyo planteamiento vital es, a la vez, mezquino y bondadoso, irritante y sereno; y, en común con otros héroes stevensonianos, tiene un talante dubitativo que lo hace, a la vez, fastidioso y amable.
Robert Louis Stevenson. Los juerguistas (The Merry Men, 1882), Will el del molino (Will O’ the Mill, 1878), en Los juerguistas y otros cuentos y fábulas, Cuentos completos, Barcelona: Mondadori, 2009; 955 pp.; trad. de Miguel Temprano García; ilust. de Alexander Jansson; ISBN: 978-84-397-2212-0. [Vista del libro en amazon.es]