Las nuevas mil y una noches, 1ª parte (1882)

Autores de referencia: R. L. Stevenson15 años: lectores jóvenes | Autores de referencia: R. L. Stevenson | Intriga policiaca (siglo XIX y principios siglo XX) | Narrativa: Intriga y misterio
 
Las nuevas mil y una noches, 1ª parte (1882)

Las nuevas mil y una noches fue el primer libro de ficción publicado por Stevenson. En él reunió varios relatos cortos que habían salido en revistas entre 1877 y 1880. La primera parte está formada por El Club de los Suicidas (The Suicide Club, 1878) y El diamante del rajá (The Rajah´s Diamond, 1878) que, a su vez, contienen varios incidentes protagonizados por el príncipe Florizel que van enlazados como si todos procedieran de un único autor árabe. No se puede decir que Florizel sea un primer Sherlock Holmes pero, aparte de que lo preceda, si hay un cierto parecido entre la ciudad de Londres en la que se mueve Florizel y el Londres de Holmes.

El Club de los Suicidas contiene «Historia del joven de los pasteles de crema» (Story of the Young Man with the Cream Tarts), «Historia del médico y el baúl» (Story of the Physician and the Saratoga Trunk) y «La aventura de los cabriolés» (The Adventure of the Hansom Cab). En la primera historia, en Londres, el príncipe Florizel y su ayudante el coronel Geraldine se infiltran en una sociedad secreta formada por gente deseosa de suicidarse y dirigida por un siniestro personaje. La segunda se desarrolla en París y allí, de nuevo Florizel tropieza con el Presidente del Club de los Suicidas, responsable de un rocambolesco plan en el que fallece un joven. En la tercera, de nuevo en Londres, todo se dirige a un duelo final entre Florizel y el Presidente del Club.

El diamante del rajá contiene «Historia de la caja de sombreros» (Story of the Bandbox), «Historia del joven sacerdote» (Story of the Young Man in Holy Orders), «Historia de la casa de las persianas (Story of the House with the Green Blinds) y «La aventura del príncipe Florizel con un detective» (The Adventure of Prince Florizel and a Detective). Son como cuatro capítulos que siguen los cambios de dueño de un famoso diamante y, en el último, muy breve, el príncipe Florizel resume su periplo: primero se hizo con él un oficial que servía en la India, luego cayó en manos de un joven clérigo que también sucumbió a su «satánico hechizo», luego se hace con él un hermano de aquel oficial, y, por último, acaba en manos del príncipe…

Hay semejanzas estructurales entre estas historias y las de algunos detectives chestertonianos. De hecho, esta es una obra que Chesterton admiraba profundamente. Llegó a decir que, con esta colección de narraciones, Stevenson «creó una forma de arte. Inventó un género que no existe fuera de su obra. Puede parecer una paradoja decir que su obra más original fue una parodia. Pero ciertamente la idea de Las nuevas mil y una noches es tan única en el mundo como las antiguas Mil y una noches; y no debe su auténtica ingeniosidad al modelo que imita; Stevenson tejió aquí una singular especie de textura, o fabricó una especie singular de atmósfera, que no se parece a nada más; un medio en el que muchas cosas incoherentes pueden hallar una cómica coherencia. Es, en parte, como la atmósfera de un sueño, durante el cual son muchas las cosas que no causan la menor sorpresa. Es, en parte, la verdadera atmósfera de Londres por la noche; es, en parte, la irreal atmósfera de Bagdad. La figura solemne y plácida del príncipe Florizel de Bohemia, aquel misterioso soberano semireinante, es tratada con una especie de vasta y vaga reserva diplomática, que es como el confuso sueño de un viejo cortesano cosmopolita. El príncipe mismo parece tener palacios en todos los países, y no obstante, el malicioso lector sospecha vagamente que el hombre, en realidad, no es más que un pomposo vendedor de tabaco que Stevenson descubrió en Ruper Street y eligió como héroe de una farsa. Esta doble mentalidad, parecida a la del verdadero soñador, es sugerida con extraordinaria habilidad sin cargar con un solo interrogante la inimitable ligereza de la narración. (…) Florizel constituye, no solamente un carácter nuevo sino una nueva especie de carácter. El se halla en una nueva relación con la realidad y la irrealidad; es una especie de sólida imposibilidad. Desde entonces, muchos autores han escrito parecidas fantasías sobre las luces de Londres (…) pero pocos de ellos han dado realmente estos irónicos semitonos o han hecho tan completamente de una misma cosa una combinación cockney y un cuento de hadas árabe. (…) Tenemos en el momento actual un considerable culto de lo fantástico, con el resultado de que lo fantástico se ha convertido en algo estereotipado» y los seres de fantasía como muñecos, «pero el príncipe Florizel no es un muñeco. Es una presencia; una persona que parece llenar la estancia y, no obstante, estar hecha de la materia de que están hechos los sueños; no sencillamente una cosa hecha de serrín». No diré, sigue Chesterton, que sea esta «la más grande de las obras de Stevenson, aunque habría mucho que decir en este sentido. Pero diré que es probablemente la más única; no había nada parecido antes de ella y creo que no ha habido nada igual después».

Robert Louis Stevenson. Las nuevas mil y una noches (New Arabian Nights, 1882), en Cuentos completos, Barcelona: Mondadori, 2009; 955 pp.; trad. de Miguel Temprano García; ilust. de Alexander Jansson; ISBN: 978-84-397-2212-0. [Vista del libro en amazon.es]
Otra edición, sólo con Las nuevas mil y una noches, en Barcelona: Alba, 2001; 284 pp.; col. Alba clásica maior; trad. de Luis Loayza y Susana Badiola; ISBN: 84-8428-067-5. [Vista del libro en amazon.es]

 

25 julio, 2015
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