Las torres de Barchester (1857)

Autores de referencia: Anthony TrollopeAutores de referencia: Anthony Trollope
 
Las torres de Barchester (1857)

Las torres de Barchester, de Anthony Trollope, la segunda novela de las Crónicas de Barsetshire, es más larga y enredada que la primera. Es una de las mejor consideradas por los seguidores del autor aunque también hay que decir su tema de fondo, las discusiones y rivalidades en el interior de la iglesia anglicana, la pueden alejar de lectores de otros ámbitos.

El relato se inicia con la llegada de un nuevo obispo a Barchester, el doctor Proudie, que viene acompañado de una esposa muy dominante y un ambicioso secretario particular, el señor Slope. Las decisiones que toman y los modos de actuar de los tres alteran mucho la vida local: hacen regresar de Italia a un clérigo de la diócesis que llevaba tiempo allí, el doctor Stanhope, que vuelve con su extraña familia; se plantean si nombrar un nuevo Custodio y dejar o no de lado al doctor Harding; el señor Slope se da cuenta de que sería ventajoso un matrimonio con la hija de Harding, Eleanor Bold, actualmente viuda; el doctor Grantly hace venir a otro clérigo de Oxford, Francis Arabin, para contrarrestar a Slope, etc.

De nuevo los nombres son significativos del carácter o de algo peculiar de los personajes, y abundan los comentarios del narrador, con referencias a la literatura inglesa previa y al mundo clásico para poner ejemplos, o con intervenciones irónicas y aclaratorias. Se pone de manifiesto que la religiosidad anglicana del momento, y que pinta el autor, era una religiosidad formal y vinculada con el gran valor que sus personajes dan a la respetabilidad social. El hilo argumental discurre, con frecuencia, siguiendo las consecuencias que se derivan de las malas interpretaciones de los sentimientos y conductas entre unos y otros, hasta que, al final, hay un arrepentimiento de la heroína, Eleanor Bold, semejante a los de las protagonistas de Jane Austen.

No faltan comentarios que hacen valiosas las novelas para un lector de ahora. Por ejemplo, este: «Un hombre es condenado si se consigue demostrar que, ya sea en política o en religión, no pertenece a alguna nueva escuela fundada en años recientes. En ese caso, ya puede considerarse basura y esperar a que venga el carro a llevárselo. Hoy en día un hombre no es nada a menos que sea capaz de apreciar de pleno la nueva era tal y como es, una era en la que, al parecer, ni la honradez ni la verdad son muy deseables, y en la que el éxito es el único mérito importante».

La novela también sirve para ver una diferencia del autor con otros de su mismo tiempo, y de ahora, que aquí revela él mismo cuando, al llegar a una encrucijada, dice que «quizá sea conveniente que se le permita a este novelista que explique su punto de vista sobre una cuestión fundamental del arte de narrar historias. Me atrevo a reprobar ese sistema que llega al extremo de violar toda la confianza que debe haber entre el autor y sus lectores al mantener casi hasta el final del tercer volumen el misterio sobre el destino que aguarda a su personaje favorito. E incluso mayores y peores cosas llegan a hacerse con demasiada frecuencia». Cualquier embaucamiento literario que, una vez descubierto, queda destruido, dice Trollope, nos hace perder el interés tanto en el lienzo como en el velo… Por eso, continúa, «nuestra doctrina es que autor y lector deberían avanzar juntos en plena confianza mutua. Que los personajes de la obra vivan entre ellos la comedia de errores más completa que pueda darse», pero que el espectador no se convierta en un primo más pues «el papel de primo nunca es muy digno».

Anthony Trollope. Las torres de Barchester (Barchester Towers, 1857). Madrid: Cátedra, 2007; 664 pp.; col. Letras Universales; edición y trad. de Miguel Ángel Pérez Pérez; ISBN: 978-84-376-2413-6. [Vista del libro en amazon.es]

12 diciembre, 2014
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