Continuando con lo de ayer, para explicar que habría plenitud en la vida humana si el ser y el nombre verdadero fueran al unísono, Romano Guardini recurre a una escena de Kim, de Ruyard Kipling, en la que «Kim se sienta junto a una pared y se dice a sí mismo: “Yo, Kim; yo, Kim”. Se da cuenta de que cada vez llega más hondo y quiere arribar en ese punto donde nombre y ser se identifican. Sin embargo, inmediatamente lo deja; y lo deja tantas veces cuantas lo intenta. Pero un viejo brahmán está junto a él y asiente con tristeza: “Lo sé; sé que no se logra”. El verdadero nombre es una meta que nunca se logrará».
Romano Guardini. El fin de la modernidad (Das Ende der Neuzeit, 1950) y Quien sabe de Dios conoce al hombre (Der Menschen Erkennt nur, wer von Gott weiss, 1952). Madrid: PPC, 1995; 186 pp.; trad. de José María Hernández; ISBN: 84-288-1200-4.