La superviviente, de Katherine Applegate, es el primer libro de una serie de aventuras fantásticas que se desarrolla en un mundo singular habitado por seres especiales, lo que significa que buena parte de la narración y los diálogos se dedican a ir dando las explicaciones que necesita el lector para ir situándose. Hay que decir, sin embargo, que la escritora tiene unas dotes narrativas y constructivas sobresalientes, una gran capacidad para crear héroes simpáticos e incluso entrañables, y, como sabe cualquiera que conozca libros previos suyos, un gran dominio no sólo del género sino, en particular, de relatos con personajes que combinan rasgos humanos y animales de modos sorprendentes.
La protagonista y narradora se llama Byx y es una dairne, un ser que parece un perro y que, entre otras cualidades, tiene pulgares oponibles y puede planear como una ardilla voladora, y que, como todos los dairnes, tiene un don: nunca miente y puede detectar cualquier falsedad que se diga. Al comienzo de la novela Byx se presenta, habla de los temores que tienen los dairnes de su colonia de ser los últimos que hay en el sur de Nedarra, y sucede que, como consecuencia de una incursión de soldados y cazadores, ella se queda sola.
Sabremos poco a poco que Nedarra es un mundo jerarquizado en el que hay seis especies gobernantes, las capaces de hablar, fabricar herramientas, aprender, transmitir lo aprendido y practicar teúrgia o hechizos: los humanos, los raptidontes, los felivets, los terramantes, los natites y los dairnes. En teoría, son especies que no pueden cazarse entre sí… Hay otras especies como los wobbyks, los mezzitti, los starlones y los gorelis, capaces de comunicarse y de usar herramientas, pero sin habilidad para la magia. Y, por debajo, los inferritti: monos, ballenas, cuervos, grillos, etc.
Y veremos cómo todos esos seres, y muchos otros, van apareciendo en la novela: Byx, junto con personajes que va encontrándose y que tienen distintos intereses —Tobble, un wobbyk (a quien vemos en la portada), Khara, una chica disfrazada de chico, Gambler, un felivet, Renzo, un ladrón buscavidas—, emprende una larga y articulada expedición en busca de otras posibles colonias de dairnes con la esperanza de no ser la última de su especie. En su camino hacen aliados y encuentran enemigos de toda clase.
La autora emplea el método que popularizó Heinlein de ir introduciendo seres curiosos en la narración con toda naturalidad y, aunque el lector intuye, por ejemplo, qué clase de seres pueden ser las murciposas o los garilanes, el relato en seguida lo aclara más. Es brillante la idea que dirige la trama de que los dairnes, al ser seres que siempre dicen la verdad y detectan las falsedades, son temibles para unos, que desean su desaparición, pero una ventaja para otros malvados, que desean tener a su lado algunos dairnes que les permitan descubrir las asechanzas de sus enemigos.
De una escritora tan hábil y experta como Applegate hay que esperar también toques feministas, conservacionistas, de condena de los genocidios y del afán desmedido de poder, de críticas a los hombres opresores de los animales. Esto lo resaltan algunas críticas como si fuera un mérito pero su función en realidad es hacer que la novela circule mejor por los carriles sociológico-educativos del momento, gane premios, etc.
Katherine Applegate. La superviviente (Endling: The Last, 2018). Barcelona: Océano, 2019; 456 pp.; col. Gran Travesía; ilust. de Max Kostenko; trad. de Mercedes Guhl; ISBN: 978-84-947997-8-5. [Vista del libro en amazon.es]