Ya que mencioné ayer a Bruno Munari, un texto suyo, útil para pensar cómo ha de ser la ilustración en los libros infantiles, es éste:
Al estudiar el tipo de soporte más adecuado al tipo de información que se ha de transmitir, para transmitirla de una manera más completa, «se han de tener en cuenta el tipo de receptor y sus condiciones fisiológicas y sensoriales que, actuando como filtros, dejan pasar o no la información. Por ejemplo, el grado cultural de una determinada masa de público al que se le quiere dar un determinada información, se ha de tener en cuenta, pero no de la manera que lo hacen algunos publicitarios actualmente, que creen que siendo la categoría del público poco inteligente, se le han de dar mensajes estúpidos. En todo caso deben ser muy claros (lo cual exige un mayor trabajo de investigación, y por lo tanto no se hace). Con los niños se ha de ser muy sencillo y a la vez muy claro, y nada estúpido, ya que en otro caso no van a entender nada. Esto lo saben muy bien quienes se dedican a hacer libros para niños.
Siempre se trata de un problema de claridad, de simplicidad. Se ha de trabajar mucho, para quitar en lugar de para añadir. Quitar lo superfluo para dar una información exacta, en lugar de añadir para complicar la información».
Bruno Munari. Diseño y comunicación visual: contribución a una metodología didáctica (Design e comunicazione visiva. Contributo a una metodología didatica, 1973, 6ª ed. ampliada). Barcelona: Gustavo Gili, 1987, 9ª ed.; 365 pp.; col. Diseño; trad. de Francesc Serra i Cantarell; ISBN: 8425212030.