La lectura, tanto en la primera comprensión de lo leído como en la reflexión e incorporación que viene después, supone, además de un aumento de las competencias literarias, una entrada en otros mundos y, de acuerdo con eso, una mayor amplitud mental y un reajuste de las propias experiencias. Entre otras cosas, con las historias aprendemos que la vida es, o se parece a, un haz de relatos y que, por tanto, tiene unas dimensiones fenomenológicas no lineales que, mal que bien, intentamos atrapar mediante la construcción de tramas narrativas. En ese trabajo se aprecia que los hombres tenemos «un potente deseo de extraer algún tipo de memoria coherente de nuestra cáotica y fragmentada experiencia vital, una historia elocuente que pueda transmitirse a otras personas». Luego, cada creador de relatos intenta conseguirlo a su modo y, en concreto, autores como Shaun Tan piensan que algunas ideas «pueden expresarse tan sólo a través del lenguaje silencioso de las imágenes» y que muchas emociones que son difíciles de articular mediante palabras pueden ser expresadas gráficamente. Estas últimas frases las dice cuando explica el proceso creativo que le llevó a publicar Emigrantes en Esbozos de una tierra sin nombre, un libro admirable por lo que revela de su trabajo y por la claridad de sus explicaciones.
Shaun Tan. Esbozos de una tierra sin nombre. El proceso de creación de Emigrantes (Sketches from a Nameless Land, 2010). Granada: Barbara Fiore, 2011; pp.; trad. de Carles Andreu y Alberto Vitó; ISBN: 978-84-15208-08-2.