The Outline of Sanity (El perfil de la cordura, según una edición en castellano que no conozco; Los límites de la cordura según otra de 2010), es una colección de artículos que originalmente aparecieron en 1925 en el G.K.’s Weekly y que, más tarde, Chesterton presentó hilados con el fin de mostrar su pensamiento social, el Distributismo. El título se refiere a la cordura, o sensatez, entendida como una visión de la realidad que sea completa y no parcial; o, al revés, se refiere a cómo impera en muchos planteamientos actuales la insensatez, una estrechez de mente y de miras que impide ver las cosas como realmente son. Esto último, señalar que las filosofías modernas llevan a la locura y, sin embargo, llaman loco a quien sostiene las verdades sanas, lo desarrolla Chesterton también en las ficciones que se contienen en El poeta y los lunáticos.
Las consideraciones que hace parten de la evolución histórica de Inglaterra y de la situación que veía entonces en su país y, en ese sentido, algunas observaciones se han quedado anticuadas. Con todo, se siguen bien las referencias que hace a personajes de su época, con quienes polemiza o a quienes rebate o contesta; al respecto dice que le divierte que haya hombres prácticos que le critiquen que generaliza demasiado porque no tiene planes prácticos, cuando la verdad es que si generaliza es porque las soluciones prácticas son muchas. Sin embargo, sus ideas de fondo siguen teniendo no sólo validez sino una sorprendente actualidad porque su intención no es formular líneas de acción bien definidas: más de vez señala que puede haber distintas soluciones distributistas a las cuestiones que plantea, e indica que lo importante para él son los presupuestos en los que se basa y los objetivos finales que persigue. Por otra parte, con el paso del tiempo se ha visto como muchas de sus ideas han ido incorporándose a modos de pensar actuales y es significativo que un economista de tanto peso como E. F. Schumacher adoptara sus propuestas y, en un libro tan influyente como fue Lo pequeño es hermoso, mostrara su viabilidad.
En Lo que está mal en el mundo Chesterton presentó a dos personajes que llamó Hudge y Gudge, el Gran Gobierno y el Gran Negocio, el Socialismo y el Capitalismo, y mostró que, a pesar de sus aparentes choques, en realidad trabajan juntos. Para que no haya dudas, aquí se preocupa de aclarar las cosas al comienzo: define una sociedad como capitalista cuando una mayoría de ciudadanos sirven a un grupo reducido de capitalistas por un salario, y a un sistema como socialista cuando los gobernantes regulan en exceso el modo de vivir de los ciudadanos. Señala que ninguno de los dos sistemas comprende correctamente la propiedad: un carterista promueve la libre empresa pero no la propiedad privada; el capitalismo predica la extensión del negocio pero no la conservación de lo que a uno le pertenece, y muchos de sus comportamientos son los del pirata en alta mar; el socialismo trata de reformar al carterista prohibiendo los bolsillos.
Frente a ellos Chesterton no piensa en el Distributismo como una ideología política que se pueda imponer a una sociedad, sino como un sistema nacido desde abajo y que posibilite que una mayoría de los ciudadanos pueda llegar a tener un verdadero control sobre su propia vida. Propone huir del modelo de trabajadores o consumidores que son como esclavos, y acercarse al ideal de los campesinos o de los artesanos que producen y usan sus propios productos sin depender de gente a la que no conocen. Insiste en que no pide la desaparición del Estado o del Negocio sino que tengan sus dimensiones justas de forma que la gente común pueda organizarse y tener mayor capacidad de elección, de ahí su defensa de los pequeños negocios frente a las grandes empresas. Sabe bien que las dificultades para llevar a la práctica lo que propone son obvias, y por eso califica el Distributismo de «movimiento moral» y apunta que sólo puede ser vivido «con el espíritu de una religión, de una revolución, y (…) de una renunciación». Y es que, dice más adelante, cuando los criminales son más fuertes que el Estado, y en tantos casos incluso se identifican con él, cualquier intento de combatirlos será ciertamente llamado una rebelión pero puede ser más correctamente calificado de Cruzada. El comentario que cierra el libro se corresponde con el argumento básico de Ortodoxia: que las verdades básicas del Evangelio son su inspiración y, en su opinión, la base más sólida para una sociedad sana.
G. K. Chesterton. The Outline of Sanity, 1926. Edición en castellano, titulada Los límites de la cordura. El distributismo y la cuestión social, en Madrid: El Buey Mudo, 2010; 240 pp.; col. Ensayo; trad. de María Raquel Bengolea; ISBN 13: 978-84-937789-9-6. [Vista del libro en amazon.es]