Ya que cité ayer Vikingos al remo, un relato en el que se habla de Leif, hijo de Erik el Rojo, es un buen momento para decir que acaba de salir una nueva edición de La Saga de Erik el Rojo, con un clarificador epílogo, una buena traducción y unas apropiadas ilustraciones.
En esa obra, compuesta hacia los siglos XII y XIII, se narra la expedición vikinga que descubre y coloniza Groenlandia primero, y la más occidental Vinlandia, o Tierra del Vino, después. En ella se narran los acontecimientos recordando genealogías y dando datos de forma sobria y directa, como corresponde a relatos de origen oral que utilizaban formas de decir sonoras y fáciles de retener en la memoria. Sin ningún temor a parecer políticamente incorrectos a lectores de siglos posteriores, sus autores dan buena cuenta de la forma de actuar ruda y vengativa, y también fiel a los lazos familiares, de sus protagonistas.
En Literaturas germánicas medievales (Madrid: Alianza, 1999), Jorge Luis Borges y María Esther Vázquez, después de comentar las sagas de islandeses, comentan las que se refieren al descubrimiento de América y se refieren a este libro:
«La Eirikssaga Rautha (Historia de Erico el Rojo) narra el descubrimiento y la colonización de Groenlandia por este navegante y el descubrimiento de Helluland (Tierra de Piedras Llanas), de Larkland (Tierra de Forestas) y de Vinland (Tierra de la Viña o del Vino), por su hijo, Leif Eiriksson. Se discute la precisa ubicación de estas últimas; se sabe que se trata de lugares en la costa oriental de América del Norte. En la historia de Erico el Rojo están asimismo los viajes y aventuras de Thorfinn Karlsefni, primer europeo que se estableció en nuestro continente. El texto cuenta que una mañana muchos hombres en canoas de cuero desembarcaron y miraron con extrañeza a los intrusos. “Eran oscuros y muy mal parecidos y el pelo de las cabezas era feo; tenían ojos grandes y anchas mejillas”. Los escandinavos les dieron el nombre de skraelings, gente inferior. Ni escandinavos ni esquimales supieron que el momento era histórico; América y Europa se miraron con inocencia. Esto aconteció en los primeros años del siglo XI; a principios del XIV, las enfermedades y la gente inferior habían acabado con los colonos. Los anales de Islandia dicen: “En 1121, Erico, obispo de Groenlandia, salió en busca de Vinland”. Nada sabemos de su suerte; el obispo y América se perdieron».
Hubo una edición titulada La Saga de Erik el Rojo: cuentos nórdicos, que contenía también El relato de los groenlandeses, La saga de Hreidar el loco, Hravn de Hrutfjord, en Madrid: Altea, 1983; 152 pp.; col. Altea Junior; ilust. de Anne Bozellec; prólogo de C.G. Bjurström; trad. de Alberto Villalba; ISBN: 84-372-2016-5. La edición nueva está en Madrid: Nórdica, 2011; 88 pp.; ilust. de Fernando Vicente; trad. de Enrique Bernárdez; ISBN: 978-84-92683-55-0.