El gato que amaba los libros, de Sosuke Natsukawa, es una novela de gran éxito en muchos países, según parece. Su protagonista es Rintaro Natsuki, un hikikomori, un chico tímido y retraído, huérfano, de unos dieciséis años. Todo comienza cuando se queda como propietario de una vieja librería que regentaba su abuelo. Se plantea dejarla pero entra en escena un insolente gato hablador, llamado Tora, que le desafía y le propone tareas. A través de los pasillos de la librería, que se convierten en el acceso a mundos desconocidos, Tora conduce a Rintaro frente a cuatro personajes. Uno, que piensa que lo importante es leer cuantos más libros mejor; otro que desea simplificar los libros y se conforma con sinopsis brevísimas; un tercero, un editor que solo desea publicar libros con los que ganar dinero; y un cuarto completamente distinto. Entra también en escena, y se involucra en los problemas de Rintaro, la delegada de su clase.
La novela se lee con gusto pero tiene poca consistencia. Los personajes son amables pero no están bien perfilados. El comportamiento del ampuloso y desafiante gato recuerda el de otros semejantes como, en el mismo ámbito japonés, el del protagonista y narrador de Soy un gato. Aunque no falten las obviedades enfáticas en relación a los libros, hay consideraciones sabias que, al fin, son las que atraen a muchos lectores por más que sean bien conocidas. Por ejemplo, una vez su abuelo le dijo a Rintaro: «Solo los libros antiguos que perviven en el tiempo son realmente poderosos. Si lees muchos de ellos, tendrás un montón de amigos con los que podrás contar siempre». En otra ocasión le advirtió: «Hay lecturas difíciles. (…). Las lecturas placenteras están bien. Pero si te limitas a seguir un sendero de montaña agradable el paisaje que ves es limitado. No eches la culpa a la montaña si el camino de ascenso es escarpado. Subir paso a paso falto de aliento hasta llegar a la cima es uno de los placeres del montañismo». En uno de sus enfrentamientos dialécticos el mismo Rintaro hará un elogio de la lectura lenta: «Perderse muchas cosas de la vida por ir demasiado deprisa es propio del ser humano. Si coges un tren llegarás más lejos, pero te equivocas si crees que así aumentará tu conocimiento». Y a su amiga, la delegada de clase, le habla bien de que debe abordar libros que le cuesten: «Las lecturas que te resultan fáciles lo son porque te hablan de cosas que ya conoces. En cambio, que un libro te resulte difícil es la prueba de que contiene cosas que desconoces».
Sosuke Natsukawa. El gato que amaba los libros (Hon o mamoroutorsuru neko no hanashi, 2017). Barcelona: Grijalbo, 2022; 256 pp.; trad. de Marta Morros Serret; ISBN: 978-8425359934. [Vista del libro en amazon.es]