Mi vida en la Maleza de los Fantasmas, del nigeriano Amos Tutuola (1920-1987), es un relato de hace ya varias décadas que está basado en cuentos populares yorubas. Aunque sea literariamente tosco resulta por otros conceptos muy interesante. El narrador es un niño que, cuando los soldados invaden su poblado y su hermano mayor y él huyen, se oculta en la selva y allí tiene que hacer frente a los fantasmas que le acechan y sufrir toda clase de transformaciones. La historia tiene acentos delirantes y pesadillescos: el animismo y toda su colección de muertos vivientes y espíritus con poderes mágicos pueblan un mundo que no es tranquilizador precisamente. En el origen oral de este relato de Tutuola, como de tantas narraciones africanas, está su fuerza y su capacidad de llegar al lector, pero también su debilidad literaria, que la traductora señala en una breve nota inicial. El autor de la introducción habla del valor antropológico del libro, pero parece que desea distanciarse de interpretaciones abusivas cuando dice que los psicólogos lo apreciarán, «especialmente los que siguen las enseñanzas de Jung sobre la mitología y los arquetipos del inconsciente», y los que presten atención a «la morbosa fascinación por la suciedad, la sangre, las serpientes, los insectos, los olores, la fealdad, la deformidad, la desproporción y todo lo que es grotesco», que se ven en él.
Amos Tutuola. Mi vida en la Maleza de los Fantasmas (My Life in the Bush of Ghosts, 1954). Madrid: Siruela, 2008; 198 pp.; col. Nuevos Tiempos; trad. de Maribel de Juan; introd. de Geoffrey Parrinder; ISBN: 84-7844-028-3.