He leído en los últimos meses varias adaptaciones de clásicos. Respecto a varias, que no comentaré, dos observaciones .Una: que a veces las ilustraciones, aun teniendo calidad, no van de acuerdo con el tono de la obra, como cuando unos dibujos cómicos infantiles, más o menos disneyanos, van con un texto satírico de crítica social. Otra: que una introducción a una obra medieval, por ejemplo, no debería, en ningún caso, presentar lo que ahí se cuenta como tonterías de otras épocas; la misión del adaptador es quitar obstáculos a la lectura y dejar que el lector disfrute, o no, la historia tal como su autor la contó; luego, si es el caso, corresponde al educador hacer su trabajo.
En cambio, sí me han parecido buenas adaptaciones algunas de obras novelescas largas a las que sí se les pueden quitar páginas sin que se pierda ni el tirón aventurero ni se alteren los contenidos básicos de la narración. Si, además, las ilustraciones tienen calidad y acompañan el espíritu propio de esos relatos, lo que a veces quiere decir que no importa que tengan un punto de romanticismo algo exagerado, los libros cumplirán bien su función con lectores que de ninguna manera leerán los originales. Es el caso de Ivanhoe, con ilustraciones de John Rush (excelentes las de combate y de caballos, algo dulzonas las románticas), y de Robinson Crusoe, con ilustraciones de Robert Ingpen que, a veces. recuerdan las clásicas de Wyeth.
Walter Scott. Ivanhoe. Barcelona: Vicens Vives, 2011, 3ª reimpr; 137 pp.; con. Cucaña; adaptación, notas y trad. de Manuel Broncano; ilust. de John Rush; ISBN: 978-84-316-8483-9. [Vista del libro en amazon.es]
Daniel Defoe. Robinson Crusoe. Barcelona: Vicens Vives, 2013; 144 pp.; col. Cucaña; adaptación y notas de Eduardo Alonso; ilust. de Robert Ingpen; actividades de Joan Manuel Soldevilla; ISBN: 978-84-316-6804-4. [Vista del libro en amazon.es]