Yo conocí a Muelle

Novelas de vida diaria (infantiles y juveniles, españolas e iberoamericanas)15 años: lectores jóvenes | Narrativa: Vida diaria | Novelas de vida diaria (infantiles y juveniles, españolas e iberoamericanas)
 
Yo conocí a Muelle

El narrador de Yo conocí a Muelle, de Jorge Gómez Soto, es Luis, un personaje que, años después, recuerda su actividad adolescente como grafitero y su enamoramiento de una chica. Cuando él y su amigo Hot empiezan a pintar paredes, les guía un grafitero experto llamado Spirit que les entretiene con anécdotas de un grafitero legendario, Muelle, a quien él conoció. Un día en el que acaban huyendo de la policía, Luis se refugia en un local en el que ve actuar a un cuentacuentos y allí, además de conocer a Ana, descubre un mundo que le fascina. Más tarde Hot y él se unen a una pandilla de grafiteros liderada por un tipo llamado Ghost, con lo que se distancian de Spirit, y entran en combates con otra banda. También progresa su relación con Ana y su actividad como cuentacuentos, para la que tiene más talento que para pintar paredes.

La narración es clara y los diálogos suenan naturales. Están entretejidas con soltura las evocaciones de Spirit, con las actividades de los grafiteros y con las de los cuentacuentos. La novela se centra en la relación de amistad entre Luis y Hot; en la que mantienen ambos con Spirit; y en la de Luis con Ana. Su objetivo, que consigue bien, es contar el proceso de autoconocimiento de un narrador que se hace consciente de su falta de condiciones naturales para unas cosas y de su pasión por otras. Además, habla del poder transformador de los relatos y aporta información sobre actividades y lenguajes de argot de algunos ambientes juveniles de barrios madrileños.

Cabe señalar que Ghost parece un personaje algo estereotipado, y que a ciertos comentarios les sobra énfasis, al menos para los que no vemos ni la épica ni la mística de la cuestión —por ejemplo, a este de Spirit: «me puse el nombre idóneo. En realidad soy un espíritu, la sombra huérfana de algo que en tiempos existió, el espectro de una realidad extinguida»—. También hay que apuntar la no pequeña dificultad a la que se ha enfrentado el autor: la de plasmar por escrito las emociones que puede causar algo que ha sido hecho para ser visto, como son las pintadas en las paredes; y algo que sólo se aprecia cuando lo escuchas y lo ves, como es la magia que puede desprender un cuentacuentos.

Jorge Gómez Soto. Yo conocí a Muelle (2010). Madrid: SM, 2010; 256 pp.; col. Gran Angular; ISBN: 978-84-675-4353-7.

 

24 febrero, 2011
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