
Padres e hijos, de Iván Turguenev, sigue siendo un gran retrato del nihilista revolucionario: el lector percibe con claridad cuánto hay de inmadurez en su pose y acaba viendo qué inútil y absurda es su rebelión contra la condición mortal del ser humano. Pero quizá es más interesante cómo muestra la metamorfosis de los jóvenes, del enfrentamiento a la identificación con sus padres, y cómo subraya el modo en que los padres van adquiriendo la conciencia de que los hijos deben volar solos.
5 agosto, 2005