Cuando veo el sentimentalismo que tantas veces asoma en historias de animales o el uso indebido de metáforas como «la libertad de los pájaros», «la fidelidad de los perros» o «el egoísmo de los erizos», recuerdo enseguida Vida de Pi, de Yann Martel, una inteligente y divertida novela donde queda claro que una vida instintiva no es una vida moral.
6 abril, 2005